Gracia, pero en particular, en el barrio del sabor, con epicentro en la Plaza del Raspall y sus calles adyacentes, en los 80 irradiaba Rumba.
Allí llegó el Gato en busca de originalidad, que ya no encontraba en sonidos foráneos. Unos de los lugares totémicos era la Peña Taurina de Curro Romero o también conocida como El Petxina, cuna de toreros y flamencos. Su mayor shock, como para muchos otros, era sentirse consciente que se nos iba una Barcelona, que hoy casi ni existe, pero sigue escondida en muchos rincones.
Mejor que lo cuente el mismo, Xavier Patricio Pérez Álvarez:
“Pronto se cumplirán catorce años desde el día en que yo, Gato Pérez -por aquel entonces un angustioso aprendiz del rock norteamericano- descubriera que a las puertas de mi casa existía una música popular nueva, genuinamente barcelonesa, que respondía al nombre de “Rumba Catalana.
En la acera del extinto bar Petxina (abriendo la cuadrícula calorra de la Villa de Gracia) cuatro gitanos maduros generaban un “swing” trepidante con tan solo una guitarra flamenca, un bongó y dos incansables palmeros, al tiempo que hermosísimas calis de oscura melena bailaban a su compás.
Casi cinco años necesitó mi cerebro para procesar toda la ingente información sobre este género musical de un pueblo –el gitano- y de una ciudad, Barcelona. En ese lustro pasó la música layetana, el grupo Secta Sónica y mi trabajo de promotor en Edigsa, que actuaron como revulsivo para que yo rompiese de una vez por todas con el pasado pesado. Y, aligerando de tales influencias, comenzase a escribir canciones en un idioma que tanto debe a ese saber.”
Resignación
“La rumba es música de gueto, cierto, y sus fiestas se organizan de puertas adentro, pero el tan cacareado racismo contra los payos es un cuento chino. Ellos valoran el sentido del ritmo por encima de cualquier otra cosa: si el payo no es «gallego», es decir, si tiene compás, de algún modo está hablando su misma lengua. Y es aceptado. El problema se plantea a la inversa: pocos payos pueden seguir la marcha gitana, y yo mismo he tenido que dejar de frecuentarles por motivos de salud”.
Gato Pérez, actúa en el Ángel Casas Show.
Esa noche se acompaña de su banda favorita, "La Gitana".
“Ricardo Tarragona”: cantante y pailas
“Yumitus del Pichón”: cantante
“El Patata”: bongó
“Ramón del Pichón”: guitarra flamenca, en el video maracas
“El Chino”: coros y palmas
“Joan Abellán”: coros y palmas
Acompañados, y desde Mataro, “Rafalito” y uno de los precursores del rap por estas tierras, “Boy Tronics” o más conocido como “Yumitus de la Payoya”.
Más el resto de tremendos musicazos.
Gitanitos y morenos
Corrían los ochenta y las ganas de vivir, el hip hop ya estaba en la Rumba, cuando todo el mundo lo criticaba.
“Lanzar un disco en catalán en 1982 equivalía a quedar atrapado en una curiosa paradoja: De cara a la parroquia moderna, inmediatamente eras asimilado al mundo rancio y lloroso de la cançó… mientras que los presuntos consumidores de registros en catalán, en su mayor parte integrados en la cosa nacionalista, no cogían ni con pinzas un disco como Flaires de Barcelunya, que no solo no transmitía consignas, sino que, además, estaba hecho por un declarado colaboracionista”
¿Para cuando una nueva visión de la música de Barcelona?
Gracia tiene poder.