El Convento de Sant Francesc y restos de las murallas desaparecieron en el siglo XIX y sobre él surgió un nuevo núcleo de ocio emergente en Barcelona.
Con las obras de reforma de la Rambla afloran los restos del antiguo convento de Sant Francesc, fundado a principios del siglo XIII por los franciscanos tras los pasos de Francisco de Asís, quien camino de Santiago de Compostela, se alojó en el hospital de Sant Nicolau de Bari, ubicado en los terrenos de la actual plaza del Duc de Medinaceli. Fue en este lugar donde la orden religiosa decidió construir su sede y así nació otro convento, antes de Santa María del Mar, la otra Catedral del Mar barcelonesa, acabó derruido a mitad del siglo XIX, nacía el flamenco convirtiéndose en una oferta turística desde el primer momento y lo “pecaminoso” iba a dominar la noche.
La zona se acabó convirtiendo en nuevos edificios de viviendas, reconvirtiendo la zona entre la plaza real, las ramblas y la plaza del Duque Medinacelli, en el laberinto del ocio, con epicentro en lo que es hoy la plaza Joaquim Xirau, en sacrificio de las calles Ginjol y Pasaje del Banys.
La degradación sufrida en la postguerra civil en lo que se conoció como Barrio Chino desplazó el ambiente, con él los locales flamencos más vinculados al turismo, al otro lado de la parte baja de la Rambla, a la zona de Escudellers, la plaza Real y los callejones de ese radio.
La ruta de muchos turistas, aficionados y famosos en la noche de Barcelona de la postguerra, en convivencia con todo el alterne permanente de vendedores ambulantes, donde encontraban el sitio idóneo donde colocar sus mercancías: caricaturistas, vendedores de tabaco, cerillas, flores, lotería o cualquier suvenir , con profesionales del burle: carteristas, camellos, tanguistas, adivinos, timadores, profesionales del juego o la prostitución, todos-todas, y alguno más, ofrecían servicio todas las noches acompañados, en gran parte de locales de artistas flamencos, fueron las noches de Ava Gardner, Robert Mitchum o John Wayne, por Barcelona.
La Buena Sombra
"Bebe Valdepeñas y tira p'alante".
La Buena Sombra, La Macarena, Los Cabales y Casa Matías.
CASA MATÍAS.
Taberna flamenca.
Carrer Nou de Sant Francesc 6 (1940-1946)
La calle Nou de Sant Francesc, se convirtió en una de las calles con más ambiente flamenco en esas dos décadas después de la guerra.
Matías el propietario del local, todo un personaje, vestido normalmente con chaqueta corta y sombrero cordobés. El local estaba decorado con fotografías de toreros y figuras flamencas, cabezas de toro y carteles de las corridas, acompañado de un rótulo con el eslogan:
"Bebe Valdepeñas y tira p'alante".
Matías sólo bajaba la persiana de su taberna durante las dos horas largas que duraban las corridas que se celebraban en Barcelona.
En 1946 Matías traspasó el local a un tal Calixto, que mantuvo la actividad flamenca, pasando a llamarse La Venta Eritaña. Hasta hace poco, aún, se podía ver la decoración de cerámica en la entrada al local, aunque lleva cerrado desde los años 90.
LA MACARENA.
Taberna flamenca.
Carrer Nou de Sant Francesc 5 (1941-2000)
Este es uno de los últimos que llegaron por los pelos a este siglo sin que nada cambiase hasta que en el año 2001 fue reformado para acoger las últimas tendencias en el campo de la música ¿avanzada?, tal como se define el local hoy en día y la mayoría de oferta tan original con que contamos hoy en día. Es el único local que mantiene el rotulo de la entrada flamenco y con el mismo nombre.
En el 1941 Domingo Escriba Rizo abrió su taberna flamenca en el número 5 del carrer Nou de Sant Francesc, uno de los callejones que embocan con Escudellers, a la altura del Restaurante Los Caracoles, con el nombre de La Macarena, frente con frente con Casa Matías.
Entre la oferta de tapas, se podían encontrar desde caracoles al pimiento, sardinas en escabeche, quesos manchegos o sus populares pajaritos fritos, acompañado de sus buenos vinos. Aunque lo que puso al local de moda fueron sus fiestas flamencas.
Entre la relación de artistas flamencos habituales estaban: Andrés Batista, La Chicarrona de Jerez, Manuel Morao, Antonio El Buchito, Antonia la Bizca, José Cortés, El Cojo Luque, Juan Habichuela, Fernando Terremoto, Juan El de la Vara, ...
"Al año de estar en Barcelona, donde me buscaba la vida con Rafael Farina y Antonio González 'El Pescadilla', el marido de Lola Flores, volví a Cádiz con dinero, un reloj, varios trajes y hasta una gabardina, aparte de varios pares de zapatos. Antes de irme a Barcelona los zapatos me los regalaba don Dionisio Akron, el dueño de las fotos que había en la calle Ancha, que gastaba un 42. Yo tengo un 37 y los tenía que rellenar, porque si no al andar me hacía la mosqueta al darme en la nariz con la puntera. Nos hicimos novios en 1946, cuando Conchita trabajaba en la sala "La Macarena", y el 5 de septiembre de 1951 nos casamos en la parroquia de la Merced”. Bendito de los Gitanillos de Cádiz.
Pepe Utrera se hizo cargo del local en 1979 manteniéndolo en marcha hasta el fin del siglo, fue el último reducto del flamenco barcelonés, ya dentro de este siglo ni Barcelona, ni su relación con él, fueron las mismas.
La Buena Sombra, tanguistas.
Con la llegada en 1956 de la Sexta flota norteamericana al puerto de Barcelona, el ambiente volvió a cambiar. La llegada de marineros americanos acentuó la popularidad de la zona, dirigiendo su oferta publicitaría a lengua inglesa, lo que ha perdurado hasta nuestros días, lo que no perduró en los locales flamencos fue el servicio de compañía de pago.
La zona empezó una decadencia total que siguió hasta la reordenación urbanística de la zona proyectada a en la mitad de la década de los en el marco de les olimpíadas de 1992. Con la reforma del entorno y la construcción de les dependencias de la Universitat Pompeu Fabra llegó la desaparición de ese ambiente vinculado al flamenco, también desapareció un estrecho callejón con dos locales flamencos, la calle Gínjol.
LOS CABALES.
Cabaret flamenco.
Gínjol 1. (1940's - 1980's)
En la entrada del carrer Gínjol, en el número 1 y pared con pared con el cabaret La Buena Sombra, se inaugura en la década de los 1940's otro local de flamenco conocido como Los Cabales. El local formaba parte de los que el cante, el toque y el baile alternaban con los servicios de compañía de todo género y condición, gozó del apogeo de los marineros americanos, continuando su andadura hasta la reordenación urbanística de la zona proyectada en la segunda mitad de la década de los 1980's.
Flamenco y señoritas para deleite del guiri
06 de mayo de 1954
Un tocayo, periodista, de nombre Cándido asiste a uno de esos tours organizados por la noche barcelonesa y cuenta sus impresiones en la revista Destino:
“Entre las varias excursiones que Barcelona ofrece al turista figura un Tour nocturno recorriendo lo más conocido y transitado de la ciudad con tres visitas con espectáculo consumiciones comprendidas. Este trayecto a través de la denominada Barcelona de noche cuesta 140 pesetas por persona.
Nos conduce el guía al bar Los Cabales. Atmósfera espesa. Espacio vital reducidísimo. Sale a una persona por ladrillo o cosa parecida. Una cortina que se descorre un grupo de turistas que, procedentes de otro autocar se retiran con la manzanilla ritualmente instaurada en su estómago. Hacen sentarnos detrás de las mesas y nos sirven un chorrito de manzanilla. Y luego empieza el baile flamenco. Las bailaoras sudan, taconean gimen saltan, bailan en suma y tocan las castañuelas. El encargado, con cara de mayordomo de transatlántico, canta palmotea, sirve manzanilla, hace juerga, cobra y retira copas, los turistas se van animando. Algunas francesas quieren tomar lecciones de castañuelas y amablemente las bailaoras improvisan el cursillo. Una pausa nueva irrupción del cuadro de baile de la casa e invitación a salir a bailar flamenco a alguno de los componentes de mi grupo. El respetable y simpatiquísimo canadiense de cabello plateado y lentes a lo Truman no se hace rogar y salva la situación con desplantes muy graciosos del brazo de la bailadora que gira a su lado como un torbellino. Grandes aplausos al terminar. Luego viene el número en que todos los turistas deben intervenir dando desacompasadas palmadas. Consumida la manzanilla y el cupo de oles se ha terminado la sesión. El guía explica que la segunda visita tendrá lugar en el cabaret contiguo en el salón de variedades La Buena Sombra de la calle Ginjol.
En fila india irrumpimos en el salón. Olor a brillantina y polvos, luz discreta, parejas indiscretas baile en la pista y orquestina en el escenario. Aquí tenemos derecho a una copa de champaña.
-¿Ustedes son del grupo? - pregunta el camarero.
-Exactamente.
Las señoritas de la casa preguntan si queremos bailar y les contesta el fotógrafo que venimos a trabajar mejor que a divertirnos.
-¿Éste habla español? -pregunta luego una vampiresa a lo Conde del Asalto, señalándome a mí Y el fotógrafo suelta ese capotazo genial:
-¡Qué va! ¡Cualquiera sabe qué idioma habla el tío ese!...
- Después del baile, en La Buena Sombra empieza a funcionar el foco multicolor y van apareciendo las…
El personal femenino mariposea anheloso de consumiciones. Los dos turistas han accedido a la invitación de beber en compañía de dos señoritas más bien peso fuerte. El camarero se ha acercado servicial:
-¿Qué van a tomar?
-Whisky! -han respondido ellas- al limón
Cerca de tres billetes de cien pesetas se han evaporado en pocos tragos cambiados entre unas y otros.
El espectáculo prosigue, procurando que predomine el sello español. Canciones toreras + Andalucía+ castañuelas+ baile flamenco= sesión para turistas.
-¿Vienen muchos?
-Hay noches que han desfilado más de un centenar.
-¿Qué cobran ustedes por consumición mínima?
-Treinta y cinco pesetas.
-¿El día más animado es el sábado?
-Al revés. El sábado es un día muy poco turístico.
-¿Se paga para bailar?
-No, señor, se invita luego a la que ha accedido y asunto concluido
-¿Se trabaja?
-No podemos quejarnos
-¿Las señoritas de La Buena Sombra están preparadas para el turismo internacional?
-Las tenemos de todas las nacionalidades y algunas se defienden bien en francés
(Cándido. Destino 6-5-1954)
Los Cabales (revista Destino)
LA BUENA SOMBRA.
Cabaret flamenco
Gínjol 3. (1900's-1988)
Uno de los locales nocturnos más longevos de la ciudad fue: La Buena Sombra, en la calle Gínjol, 3 junto a la Plaza del Teatre. Fundado por el empresario Francisco Buxó y construido por el arquitecto Andreu Audet, especialista en locales de espectáculos. La historia del establecimiento se remonta a los 1880's como el Café Sevillano, cambió varias veces de nombre pero con la denominación de La Buena Sombra, 1910, fue cuando alcanzó su mayor prestigio. Por su escenario pasaron Raquel Meller o La Niña de los Peines. Con la Exposición Universal de 1929 el cabaret recobró más notoriedad gracias al empuje de un nuevo empresario: Pier Porta, 1924, teniendo en cuenta los gustos franceses que aquí se conoció como tanguistas.
En el local por 1935 actuaba una famosa tanguista, María Sacramento, saltó a la fama por su belleza y por matar a tiros a su macró o macarra, del francés maquereau. Se ocupó de su defensa un abogado de ERC, contó con el apoyo popular y de la prensa y, María resultó absuelta.
Las tanguistas o también llamadas, taxi-girls, bailaban por dinero en salas de fiesta, en lo que se llamó: bal musete. La sala vendía tickets cada uno daba derecho a bailar una pieza con la chica que escogiese. Al final de la jornada, los tickets recaudados por cada chica se le abonaban por la mitad de lo que le había costado el ticket al cliente. La otra mitad era para la sala de fiestas. Algunas veces, el baile era la antesala para otro tipo de actividades. Los problemas económicos que acompañaron a esta época provocaron que muchas mujeres adoptaran esta actividad para poder completar sus ingresos.
La innovación tuvo éxito, hasta el punto de que la mayoría de cabarets y salas de espectáculo dedicaron unas horas al bal musete y las tanguistas.
Machín en La Buena Sombra
Acabada la guerra y huyendo de los nazis llegó Machín a Barcelona, uno de sus primeros locales donde actuó fue en La Buena Sombra. Allí sembró la semilla del son por Barcelona, luego por toda España, uno de los Rumberos por excelencia aquí y en Cuba, un eslabón de la rumba catalana poco frecuentado hoy.
“Los primeros años no me fueron nada fáciles. Tuve que pelear mucho y recorrer casi todos los pueblos de España haciendo bolos hasta que logré situarme y darme a conocer. En los cafés-cantantes alternaba con cantaores y con violinistas que casi siempre interpretaban las Czardas de Vittorio Monti. Yo, a lo mío y sin dejar de la mano mis queridas maracas”.
A partir de finales de los años 50's el local fue frecuentado por la Sexta flota, llegaban tiempos americanos y todo empezó a decaer, todo. Atrás quedaba ese esplendor de La Buena Sombra de antes de la Guerra, en los últimos años inicio un proceso de decadencia creciente. Centro de encuentro de travestis y, a finales de los ochenta se instaló un peep-show con espectáculos de sexo en vivo desde las cinco de la tarde a las cinco de la madrugada. El año 1988 vio su definitiva defunción y desaparición, la finca fue expropiada en 1991 para construir el aparcamiento subterráneo de la plaça Joaquim Xirau i Palau.
Moría una Barcelona vinculada al ocio con el flamenco, que ya fue un atractivo para guiris.