"Jorge es un cometa que atraviesa diversas galaxias aparentemente lejanas pero él consigue unificarlas, su rol es fundamental en la evolución de la música española de los últimos 40 años".
“TRANCE”, Emilio Belmonte, una road movie que se adentra en el mundo Jorge Pardo, desvelando los retos a los que se enfrenta para perseguir sus sueños, acompañándolo por medio mundo. Nos muestra sus vínculos entre flamenco y jazz, o cualquier otra música que permanezca viva.
“Hace ya más de dos años una productora francesa me propuso hacerme una película, que se estrenará este año. En el documental yo me encuentro con muchos músicos por todo el mundo, y todos ellos de alguna manera forman parte de Trance. Así que Trance es una banda virtual, entre comillas. Porque está la música, la idea, pero los músicos son flotantes.
Una fusión de músicas originales y adaptaciones realizadas en formato quinteto con instrumentistas de variada formación, procedencia y juventud/veteranía. Es una experiencia que te demuestra que toda tu vida es un aprendizaje.
De siempre los músicos hemos sido viajeros y la mayoría de los estilos musicales están fundamentados en la fusión, no es algo que se haya inventado ahora.
El que quiera vender seguridad que se la venda a otro, yo he vivido lo suficiente para saber que esto es un día a día, que hay que encajar los golpes y pequeñas frustraciones, apretar los dientes y saber que hay momentos buenos e intentar equilibrar tu psique, que la euforia tampoco te enferme porque también se puede morir de éxito.", Jorge Pardo
Junto a Pardo, están sus amigos: Chick Corea, Ana Morales, Mark Guiliana, Pepe Habichuela, Niño Josele, Bandolero, Farruquito, Javier Colina, Diego Carrasco, Antonio Serrano, Fernando de la Morena, Edmar Castaneda, Israel Fernández, Ricardo Moreno, Ambi Subramaniam, Duquende y Diego Del Morao, entre otros.
"Jorge es un cometa que atraviesa diversas galaxias aparentemente lejanas pero él consigue unificarlas, su rol es fundamental en la evolución de la música española de los últimos 40 años", en palabras del director, almeriense afincado en París desde hace años.
“Trance tiene como protagonista a Jorge Pardo, uno de los músicos españoles más importantes de las últimas décadas. Más allá del incuestionable valor de su trayectoria musical -en una trayectoria jalonada de genios como Camarón-, Jorge es un maestro de la música y también de una forma de vivir, una forma de dulce resistencia a las leyes del mercado, a las apariencias y al ego.” Emilio Belmonte.
El director intentó hacer la producción en España pero le fue más fácil encontrar financiación en Francia, debe pasar como con los toros, los franceses son ya más taurinos que aquí.
"Si en España cuidáramos más nuestro patrimonio estaríamos más pendientes de Jorge Pardo. Si tomamos un músico como John Coltrane, probablemente el gran público conozca sus primeras grabaciones pero la crítica y los amantes del jazz sabemos que luego nos lleva por laberintos mucho más interesantes; con Jorge Pardo es lo mismo, lo que está haciendo ahora quizá sea más comprendido con el tiempo".
Palabra de Jorge Pardo:
“Gracias a que no tengo dinero y tengo que buscarme la vida para conseguirlo sigo trabajando en lo que me gusta. Porque si tuviera dinero es probable que como persona medio inteligente que me considero, estuviera rascándome las narices todo el día.
Yo entiendo el arte como un constante recrearse. Hago muchos proyectos y muchos más que haría si tuviera dinero para ponerlos en pie. Es una exigencia personal, no del mercado, porque el mercado precisamente lo que me dice es "joder, Jorge. ¿Por qué no sigues con eso, que estaba funcionando bien?
No es un método exactamente, ni una propuesta ideológica, es una manera de seguir adelante un día más. No voy a llorar ahora, yo he hecho trabajos para las multinacionales y para quien me lo pida. Pero no me detengo si no hay encargos. ¿Y cómo se produce sin dinero? Pues estableciendo alianzas profesionales y humanas que por otro lado son muy satisfactorias. Es como ha funcionado siempre el mundo.
Como docente le pregunto al tipo que me está escuchando si realmente ve algo dentro de sí mismo. Le pregunto si tiene huevos de hacerlo, si tiene el coraje de defender su idea en contra de lo que puedan opinar sus colegas más cercanos o la sociedad. Para mí ese afrontar es el afrontar de mi vida. Si eres artista hay que tocar afinado y a compás, pero ya lo siguiente es tocar lo tuyo.
Yo estoy dentro pero no soy de cuna flamenca. Soy payo, de Madrid y encima toco la flauta. Ni canto, ni bailo, ni toco la guitarra. Y sin embargo, mi amor por esta música y las casualidades de la vida me han puesto en ciertos sitios, aunque haya tardado unos cuantos años. Es como el swing. Darle al platito de la batería puede ser muy fácil pero hacer que una banda camine con eso es muy difícil, y con el flamenco pasa lo mismo. Son cosas que en cinco minutos cualquier músico las entiende. ¡Pero luego hazlo! Que suene del carajo y que enamores a la gente. Eso ya es más difícil.
Pienso que el artista tiene la obligación de hacerse entender. De hacer el máximo esfuerzo para que de la gilipollez total que se te ha ocurrido esta mañana, se enamore alguien más. Esa permanencia en la memoria no se da solamente llegando al intelecto, sino a las tripas, y a las caderas y al sexo, al organismo en definitiva. Volvemos otra vez al ritmo: a cuando hay ritmo y hay melodías que sientes como algo cercano y piensas “no tengo ni idea de qué es una soleá, pero siento que eso también es mío”. Tienes que conseguir que tu flipada mental sea también la flipada del panadero que te escucha”.