El retrato, involuntario, de la realidad social de la Barcelona flamenca en los sesenta. Dirigido por Rovira Beleta se convirtió en la obra póstuma de Carmen Amaya, nunca llegó a verla estrenada.
“Es la película que me ha dado mayores satisfacciones”.
“El primer día que rodé con Carmen Amaya ya me di cuenta hasta qué punto podía llegar a ser una gran actriz.”
“En seguida nos dimos cuenta que la mujer ideal para encarnar a la madre de los Tarantos era Carmen Amaya. Estaba rodando en Méjico, la telefoneamos y enseguida la convencimos”
“Resulta que en la película hay más planos de Carmen Amaya que de la pareja protagonista, y eso que yo trataba siempre de dar más protagonismo a los jóvenes. Pero el personaje de la madre se impuso, quizá porque lo interpreto Carmen Amaya”.
“Estoy seguro que si Shakespeare hubiese conocido a los gitanos de Barcelona no habría hecho pasar su tragedia en Verona”.
“Un Romeo y Julieta gitano era una idea maravillosa porque eso de dos familias contrarias que se toman la justicia por su cuenta está a la orden del día”, Rovira Beleta
Pero, sin duda, es la película que retrata mejor, quizás sin la intención inicial, una Barcelona carismática y original: la flamenca. En los sesenta, igual que hoy, se sigue desplazando a sus protagonistas hacía las periferias.
Ningún flamenco pidió en el invierno de 1962 al director Francisco Rovira Beleta que filmase su película en Montjuïc y en el Somorrostro, como un medio para conservar su memoria visual. No fue un rodaje consciente del documento histórico que estaba elaborando.
El interés histórico social de “Los Tarantos” radica en dar visibilidad a los excluidos de su época, en sus espacios vitales naturales, convirtiéndose en una fuente involuntaria para conocer algunos aspectos urbanísticos y sociales de las periferias de Barcelona.
Escenarios
El único hábitat que sigue hoy en pie, pero notablemente manipulado, es el centro histórico. Otro es la montaña de Montjuic, y el histórico, por ser la cuna de Carmen Amaya:
El Somorrostro, a la vera del mar Mediterráneo.
Al rodar Rovira Veleta esta película no podía saber que el barrio del Somorrostro iba a desaparecer tan sólo tres años después. En junio de 1966, las autoridades se acordaron de los ocupantes de las barracas y los desalojaron por la fuerza. Un simulacro de desembarco militar en la Barceloneta, que debía contemplar desde una tribuna la burguesía catalana, acompañando a Franco, como invitado especial, fue el pretexto perfecto para enviarlos a los nuevos barrios de La Mina y St. Roc, dominantemente. Nacían dos barrios flamencos en Barcelona, pero el proceso fue peculiar y siempre dentro de la red de movimientos a la que estuvo sometida la población que vivía en los márgenes. Una realidad que llega hasta nuestros días, donde los terrenos donde antes era margen ahora son procesos especulativos internacionales por el bien de su economía, no de la de los que viven en ellos.
¿Qué será de La Mina o St. Roc? No habrá piedad, ahora ya no son márgenes y están al ladito del mar.
Para empezar, el desalojo afectó a mucha más población de la que originalmente vivía en la barriada, atraída por la posibilidad de recibir una vivienda como compensación al traslado. Pero esa espera pudo durar meses o años, según los casos, dirigiendo a cientos de familias hacia el estadio Olímpico de Montjuïc o hacia el barrio de La Perona, situado junto a las vías del tren en un descampado propiedad de RENFE en el barrio del Clot.
¿El Somorrostro aparece tal y cómo era?
“Sí y no. O sea, es como era porque era lo mismo, pero incorporamos algún elemento como por ejemplo alguna madera en el suelo para bailar que, desde luego, los gitanos no tenían. Y construimos dos casitas de tablas pintadas con dos colores distintos. Lo que más nos costó fue llevar la corriente eléctrica, desde el pie de la montaña de Montjuïc hasta arriba de todo para obtener la potencia eléctrica que necesitábamos para rodar. En este caso sí que hubiera sido espectacular haber hecho un making off”,
Rovira-Beleta.
Montjuïc, el otro margen de la ciudad.
Este es el barrio de la familia protagonista de Los Tarantos.
Lo que filmó Rovira-Beleta ilustra un paisaje otra vez en los márgenes, presente en Montjuic al menos desde los años previos a la Exposición Universal de 1929. En aquella década la montaña ya daba cobijo a los inmigrantes que llegaban en aluviones a la ciudad, gitanos y no gitanos. En 1963, seguían llegando, y las chabolas no empezaron a desaparecer hasta los años setenta, para ser borradas del mapa definitivamente con la renovación urbana de las Olimpiadas, a finales de los años ochenta. Que acabará siendo del Mont dels Jueus.
Desde el primer plano de la película, donde aparece la familia con un carro, bajando a la ciudad; mientras que en segundo término se abre una amplia panorámica del paisaje urbano condal, nos está marcando un umbral entre el mundo urbano y su periferia.
Otra de las secuencias, quizás la central, en la película, en la que llegan la pareja al territorio de los Tarantos, donde él le muestra a ella su barrio y su forma de vida. En esta secuencia se da el baile principal de Carmen Amaya, espectacular.
“Sí, aquello yo lo llamo Sangri-La porque tiene un muro, y cuando se sobrepasa es como el descubrimiento de un mundo; allí aparecía el padre de la Chunga arreglando un paraguas. Todo aquello lo monté, no había ni un gitano. Había gente que no era gitana y que se molestaron porque les llevé gitanos allí. Quise hacer que el campamento de Los Tarantos fuera muy alegre, con los gitanos bailando continuamente para compararlo con el ambiente de los Zorongos que no bailan nada”, Rovira-Beleta.
Los Zorongos, gitanos integrados en la ciudad.
Los contrarios de los Tarantos, son los Zorongos, una familia enriquecida a través del trato de ganado, actividad laboral de su patriarca.
La diferencia entre unos y otros es notable, tanto en el nivel económico y social, como en el lugar donde conviven. Los Zorongos viven en el corazón de la ciudad, en los alrededores de la Plaza de España, donde tienen sus cuadras, todo cerca de la plaza de toros de las Arenas y el matadero: ninguno de ambos sigue hoy vivo. Esto les sitúa en un nivel social diferente, siendo gitanos, debido a su mayor interacción con la sociedad paya.
La situación acomodada de Zorongos y Picaos, estos trabajan para el Zorongo, no los excluye del contacto con las capas marginales del centro urbano.
No hay chabolas, pero hay edificios abandonados en donde se refugian los bajos fondos de la sociedad, con burgueses y bohemios, siempre al margen de rutinas institucionales, donde el mundo de la droga y sus efectos colaterales ya sale plasmado.
En los títulos se incluía la cita:” Así son los gitanos de Barcelona”.
“Ésa es una frase tonta que puso el productor, Maesso, para sustituir la cita de Shakespeare con la que yo quería iniciar la película. La opinión sobre la película entre los gitanos
fue muy diversa. El cine Comedia se llenaba todos los días de gitanos, algunos salían entusiasmados pero otros la criticaban bastante, especialmente uno que me estuvo persiguiendo con un puñal para agredirme porque decía que se mostraba a los gitanos como si fueran navajeros. Y para demostrármelo, me perseguía con una navaja.
Pero la relación con los gitanos fue muy bonita porque fue muy especial” ,Rovira Beleta.
El éxito internacional de Los Tarantos contrasta con la tímida acogida que le dio la crítica especializada nacional. Rovira-Beleta consiguió con esta película la tercera nominación de la cinematografía española a los Óscar de Hollywood. Su buen funcionamiento en taquilla quizás animó al director a rodar un segundo musical de ambiente gitano, El Amor Brujo (1967), que también recibió una nominación al óscar de mejor película en lengua no inglesa.
“En esta película rodé el que creo que debe ser el primer desnudo del cine español. Es en los preparativos de la boda gitana. Me ambienté mucho para recrearla lo mejor posible. Y en un libro de un tal Lafuente leí, que a las novias jóvenes, las solteras les echan flores sobre el cuerpo tumbado en la cama. Yo entendí que el cuerpo de la novia estaría desnudo y así lo hice. El problema fue que, como las gitanas no quieren desnudarse, tuve que buscar una modelo de pintor y embadurnarle un poco el cuerpo para hacerla más morena y que pasara por gitana “
Los Tarantos. 1963. Idiomas: Español | 95 min. | Color | 1,37:1 Norma.
Dirección: Francisco Rovira-Beleta. Producción: Tecisa (España).
Intérpretes: Carmen Amaya, Sara Lezana, Daniel Martín, Margarita Lozano, Antonio Prieto, Antonio Gades, José Manuel Martín, Juan Manuel Soriano, Andrés Batista, Peret, El Chacho, La Singla, El Chocolate ….
Guion: Francisco Rovira-Beleta, Alfredo Mañas.
Fotografía: Massimo Dallamano.
Música: Fernando García Morcillo, José Solá, Emilio Pujol, Andrés Batista.
Argumento: basado en la obra "Romeo y Julieta" de William Shakespeare y una idea de Joan Francesc De Lasa.