En las entrañas de lo jondo, tiene una gran importancia la familia gitana, como transmisora y conservadora de los estilos. Creando el ambiente propicio para que: cante, toque y baile se hayan mantenido en su máxima pureza y no se extingan. Sin este componente que perdura hoy, el flamenco, sería hoy sólo folclore.
El otro componente, que ha dado sentido a muchos estilos fueron: los oficios. La fragua fue escuela y perpetuadora de formas de vida que contaban con el cante, particularmente, como vía de expresión.
Uno de los últimos cantaores que cumplía con estos antecedentes, fue Manuel de los Santos Pastor, heredero de la dinastía de los Agujetas. Manuel además de fragüero, era esquilador a tijeras de ganadería, prestando sus servicios por los cortijos de la comarca, donde va escuchando a viejos cantaores no profesionales que propugnan el cante de raíz
Tratar de adivinar su edad nunca fue fiable. No hay, ni hubo certificado de nacimiento, este detalle pone de evidencia una forma de vida sin papeles, ni ataduras. Manuel fue continuador de esos cantes familiares transmitidos por vía oral, que en su persona alcanzaron dimensiones artísticas imprevisibles.
De su padre Agujetas El Viejo, heredó Manuel no solo los romances sino todo, como sus hermanos; Juan, Paco, Diego y Luis, también cantaores de tradición.
"Mi cante es muy difícil, no lo harán ni después de 1000años muerto"
Quién mejor que él mismo para intentar acercarse a su obra y forma de vida.
Entrevista publicada en el Diario de Jerez, el 05 Octubre del 2014, un año antes de su fallecimiento.
Detrás de Agujetas el mito hay una persona a la que el paso del tiempo ha hecho más accesible. Su reino es una pequeña finca, ‘Los Milagros’, a caballo entre Chipiona y Rota, donde pasa las horas junto a su inseparable Kanako “desde hace más de veinte años”, confiesa. Nos recibe con desconfianza y con esa frase que ha hecho suya y que, de una forma u otra, es ya parte de su papel de persona huraña y distante: ‘Tres preguntas y tres fotos, que yo cobro por eso’. Su hijo Antonio y su amigo Miguel se sientan a su lado porque hoy por hoy, conversar con él es todo un privilegio.
¿Aquí es donde pasa las horas?
“Con esto me distraigo yo, con dos cabras. También tengo ocho gatos, que son de mi mujer. Antes tenía caballos y vacas, pero ya no, los vendí. ¿Quién les iba a echar de comer cuando me iba por ahí? Y mira, ahí está mi barbacoa (señala a una bañera con una parrilla). Ahí cabe un cochino entero, la he hecho yo (risas). Yo no estoy esmayao como otros artistas... Yo tengo pa comer, no tengo que pedirle a nadie na y eso me ha costado, he pasado muchas fatigas”.
¿Y sale usted mucho a trabajar fuera?
“Salgo cuando hay perras, si hay dinero allí está Agujetas. Ahora, aquí no hay nada, la gente lo está pasando mal, no hay dinero. Cuando voy a Japón todo está lleno y en España los bares están vacíos. En América pasa igual, hace cuatro o cinco meses estuve en cuatro sitios. El último fue en Nueva York y el mismo día que canté allí el Cónsul de España vio mi póster en la calle y vino a verme. Estuve hablando con él y aquello sigue igual. Hasta pa coger un taxi hay que esperar una hora”.
Pero estuvo usted en la Bienal hace unos días...
“Sí, los extranjeros y gente de fuera vinieron a verme a Sevilla, vino hasta una televisión de Rusia, que quería hacerme una entrevista pero no hablé, le dije que quería 4.000 euros. Yo cobro por hablar y me querían dar mil euros. Le dije ‘otro día hablamos’”.
El miércoles actuará usted en Villamarta después de siete años, ¿por qué ha tardado tanto tiempo?
“Porque la última vez que estuve me engañaron, como ha pasado en la Bienal. Ahora vengo solo, no quiero apoderados ni nada de eso, me llaman directamente. Cojo el contrato y lo mando, bueno se lo dejo a uno que me mira las cuentas, pero de aquí a nada tampoco porque Kanako está aprendiendo. Siempre que he cantado en Jerez se ha llenado, pero ahora no sé qué pasará porque está la cosa muy mala”.
De todas formas, usted, por lo que veo, prefiere cantar fuera...
“A mí me gusta cantar en el extranjero porque nadie habla, todo el mundo chilla y para pedir otra. Para cantar hay que irse a Madrid, de Madrid pa arriba y después a Francia, América... Japón no porque es mentira lo de Japón”.
Explíquese
“Lo de Japón es mentira. Van cuatro desgraciados a dar clases allí pero en Japón sólo hay un tablao y cuando va esta gente allí a cantar o bailar, ¿sabes dónde van? Pues a un bar, se sientan en un taburete y una tabla postiza, como la que pone mi mujer ahí pa ensayar todos los días. Yo cuando voy, ¿sabes lo que hago? Alquilo un teatro un año antes, y me cuesta un millón. Flamenco no hay porque si hubiera flamenco yo estaría allí. Mi mujer es japonesa y tiene dos pisos, es decir, que tengo donde dormir. Eso todo es mentira”.
Cambiando de tema, ¿la gente respeta en Jerez a Manuel Agujetas?
“En Jerez lo que hay es mucha envidia, y eso lo ha habido siempre, pero no sólo en Jerez, en España entera. Tú pregúntale a la Duquesa de Alba. ¿Cuál es el país de más envidia del mundo? Y dirá, España”.
¿Y cómo está el cante en su tierra?
“Bueno, yo no soy nacido ni en Rota ni en Jerez, yo nací en Las Tablas. Mi madre estaba cogiendo garbanzos y nací allí, y como mi padre era de Jerez me fui allí, a la calle Acebuche. Al año me llevaron a Rota, a los dos años a Jerez, ¿y ahora qué hacemos? A mí me conocen en Jerez y en Rota. Bueno, a lo que voy... Jerez está echado a perder por un motivo, que todo el mundo se cree que sabe cantar y bailar y eso es mentira”.
“Hoy día no hay nadie que sepa cantar. Quieren hacer las cosas de Antonio Mairena, y eso es imposible porque Antonio Mairena era un monstruo. Pero no te vayas a creer que Mairena era como Terremoto o Chocolate, era más que toda esa gente. Terremoto hacía dos cantes gitanos, igual que Paula, que hacía cuatro cosas y a la gente le gustó, pero él mismo dijo que se había quedado como una boñiga de vacas”.
¿Y de la juventud? ¿Qué opina?
“¿Qué juventud? ¿Qué está cantando la juventud? Cantar, canta poco. Los niños quieren hacer mis cantes, pero lo mío es muy difícil, no lo van a hacer, pero ni ahora ni después de cien años muerto yo”.
¿Ha cambiado mucho la vida desde que empezó?
“Llevo cantando desde los 17 años, imagínate. Con 17 años dejé la fragua y me puse a cantar. Como dice mi compadre El Platero, que me recogió. ¿Dónde estaba yo en la cuna? (risas). Yo digo un cante ‘Dios se lo pague a mi compare El Platero que me recogió’ (risas). Cuando yo salí llevaba Terremoto, La Paquera y Chocolate treinta años de artista. Mairena llevaba cuarenta años. Hasta el Camarón, ese que chilla y no tiene nada que ver con el flamenco, salió antes que yo. Conocí a Juan Talega, aunque era muy viejo. Era un corredor de bestias, vendía mulos y fue Antonio Mairena quien le hizo un disco, pero ya estaba acabado. Yo fui el último que salí”.
Veo que su memoria funciona a la perfección...
“Muchas veces hay cosas que no me acuerdo y le digo a Kanako que apunte la palabra. Déjala quieta ahí, ya te la pediré. Le doy vueltas ahí, abro el libro que tengo aquí (señala la cabeza) hasta que me acuerdo. Yo no canto con papeles, me siento en la silla y puedo decir trescientos cantes uno detrás de otro. Todo está aquí (se señala la cabeza). De quién son esas retamas, son de los frailes no son de los frailes que son de la doctrina cristiana (recita). Eso lo aprendí de mi abuelo. Se lo había escuchado a mi mare por la parte de mi mare gachí, no gitana, que eran de Rota, y lo había traído mi bisabuelo de la guerra de Cuba”.
Dicen los entendidos que canta usted mejor ahora...
“Eso forma parte de la vida y pasa en todos los trabajos. Yo tengo la misma voz que cuando salí porque ni fumo ni bebo, pero antes tenía que hacer pa cantar más fuerza que ahora, sobre todo pa soltar la voz. Ahora, con la misma fuerza llego más lejos que antes. Eso lo da el saber, como en todos los trabajos. Mira, en Japón hay hombres para enseñar a hablar, pero no idiomas sino para saber hablar bien. Y dicen que hasta que no tienes 70 u 80 años no hablas bien. Es igual que el cante. Me acuerdo que Terremoto, que cantaba mu gitano, hacía unos tercios que yo por lo menos nunca los he entendido, no sabía lo que decía. Y yo el cante no lo entiendo así, porque a Chocolate y Mairena se le entiende todo y a mí también”.
¿Su padre fue un referente para usted?
”Mi padre era el amo de Jerez cantando. Mi tío Mingo cantaba por bulerías y él hacía los cantes jondos. Era un gitano pa verlo, los gitanos de Jerez nunca han tenido nada que ver con el resto. Yo tengo discos de mi pare pero ya no los pongo. Se murió mi pare y se acabó todo. Y no lo pongo porque no quiero recordar”.
“Mira, te voy a contar una cosa. Una vez le di a mi pare una cinta pero cómo no sabía darle a la maquinita borró un cante o dos. Un día vino a verme enfadado porque decía que yo le había robado los cantes. ¿De dónde te he robado yo los cantes papá? ‘De aquí dentro’ (risas). Decía que yo le había robao los cantes y se habían borrado (sonríe)”.
Para cantar bien está claro que hay que pasar fatigas...
“Muchas fatigas. A mí me costó trabajo pero aprendí, aprendí. Pasé mucha fatiga, comí una jartá de higos pasaos, pedazos de tocino por aquí por estos campos. Salía de pelar los caballos, quitar dientes de lobo y bichos por dentro del intestino. Eso lo hice mirando al veterinario. Muchas veces me daban el tocino y me iba más contento.... Se lo daba a mi mare pa que hiciera el puchero. Eso hasta que salí y me fui. No hay mal que por bien no venga, como se dice.
Si no pasas fatigas no sabes cantar y si aquí no hay causa (se señala el corazón), no hay na. Si esto está vacío, nada. Para cantar hay que buscar la causa pero eso sale con el querer sobre todo. Grandes consejos me dieron, yo ninguno tomé, grandes consejos me dieron, por uno que a ti te dieron, tú ‘ha aborrecío’ mi quere, dirme lo que te dijeron (recita). Esa es la vida, son letras verdaderas de las cosas que pasan en la vida. Ese es el cante.
También te digo una cosa, el cante, cuando se llega a maestro, se sabe, pero hay que saber encajarlo, eso no lo hace cualquiera”.
¿Grabará algún disco pronto?
“No lo creo, los discos ya no dejan dinero. Ahora voy a sacar un libro sobre mí que está escribiendo Kanako y que se va a llamar ‘14 puñalás’. Yo tengo más discos que todos los artistas flamencos del mundo, más que Mairena y to. Lo que pasa es que hay muchos hechos en Japón, aquí no han llegado. Una vez pagué en un rastro por un disco mío 25.000 pesetas. Le dije al que lo vendía ‘Oiga, que yo soy Agujetas, ¿cómo me pide eso? Es que los extranjeros me pagan eso, si lo quiere bien si no, na’. ¿Tú te crees? Ahora lo que deja dinero es cantar en un teatro y el internet. Soy el primero que entró en internet, tengo miles y miles de gente siguiéndome y por eso cobro alrededor de 500 euros cada tres meses del extranjero”.
Está usted puesto...
“A mí ya no me engaña nadie. Bueno sí, el otro día me engañó un taxista de Jerez. En la puerta de Villamarta me monté en el taxi y me cobró antes porque decía que había gente que no le pagaba. Después cuando llegué a mi casa, hablando y hablando porque me dijo que era familia de María José Santiago, le pagué otra vez. Cuando me di cuenta se había ido y después llamé y me dijo que eso era mentira. Será sinvergüenza”.
Eso sólo pasa en España...
“En todas las partes del mundo hay gente buena y mala, pero yo no he dado todavía con nadie así. Una vez en Nueva York en el metro, a las tres de la mañana, me dijo uno ‘hola buen hombre’ y me pidió tabaco. Le dije ‘no smoke’ y se fue. Mi padre siempre me decía que tuviera cuidado por ahí pero yo siempre he mantenido que el que no se mete con nadie, nadie se mete con él. Pero bueno, en América concretamente hay muchos locos. Y ¿por qué? Porque como es un país de divorcio desde hace años, los hijos de uno los tiene otro y así acaban volviéndose majaretas. Si al niño le quita a su mare y a su pare pasa esto”.
De tanto ir a América se defiende en inglés...
“Yo cada vez que he estado en América, al mes me ponía a hablar inglés, se me da bien. El japonés, menos. También porque como Kanako habla tres idiomas, habla ella. A veces uno no se pone a hablar hasta que no tiene una necesidad. Lo que sí aprendí en una noche fue a comer el arroz con palillos. Me puse, porque no tenía sueño, y me dolía hasta el dedo. Al final aprendí, y ahora cojo el arroz, la habichuelas... (risas)”.
(Se levanta y llama a Kanako)
“Ahora me están haciendo una estatua en Francia. Enséñale la foto (su señora muestra el móvil). Es un chaval de Setenil pero que vive allí. Está hecha en piedra, y me ha dicho la alcaldesa que la iban a poner en Jerez pero vamos a ver”.
Manuel, ¿Cómo le gustaría que le recordaran?
“A mí eso me da igual porque yo no me voy a enterar. A mí que me queden y ya está, total, si no va a venir a verme nadie... “