En la plaza de toros Monumental presentó en exclusiva: “La Leyenda del Tiempo”.
Alojado en las Ramblas, visita St. Roc para escuchar al Tío Enrique y cierra “por Bulerías”, en el Festival Flamenco de Barcelona.
Sus avatares y andanzas por el mundo, le trajeron muchas veces a Barcelona. Ciudad, por la cual sintió un cariño especial, dando rienda suelta a sus noches de bohemia y de pasión.
“Hace falta imaginar, experimentar cosas y cambiar algo. Hace falta arriesgarse. Yo ya sabía de antemano lo que iba a pasar, claro. Es que los puristas no experimentan nada de nada. Si se queda uno solo con los puristas nos quedaríamos siempre en el mismo sitio. Están metidos en un círculo del que no se salen, y yo creo que hay que salirse un poco, ¿no? Experimentar”.
Mucha gente se ha quejado de que “La leyenda del tiempo” nunca se presentó en directo al público. No es cierto. El 13 de julio de 1979, en plena era punk, en la Monumental de Barcelona, ante más de veinte mil personas, la mayoría aducidos por los nombres de Weather Report, Stanley Clarke y Jeff Beck, fue la presentación.
Camarón y Dolores, en directo.
A algún iluminado se le ocurrió la idea de que Camarón abra esa velada. Los gringos llegaban con sus equipazos, técnicos y toda su parafernalia, pero así y todo, algo fallaba. Cuando acaban las pruebas, tarde, todos los técnicos se van a cenar y dejan a Ricardo Pachón ante una mesa de 48 canales, lo nunca visto por aquí, y encima, le limitan el sonido, lo dejan vendido.
Camarón, alucina con los camerinos que les montaron en el patio de cuadrillas, tan ajeno a lo suyo. Por lo que cuentan los allí presentes, el bajista Stanley Clarke, fue el que más admiración mostró por el cantaor, al oírlo templar la voz en los camerinos.
Pese a la limitación de sonido, un público adverso, retrasos y el mal clima que eso creo,
Camarón saco adelante su Leyenda del tiempo e incluso arranco aplausos de los asistentes.
Pero Camarón no lo repetiría en su vida, se lo quedo guardado:
“sí no me entienden, ya me entenderán, a partir de ahora guitarra y palmitas, y mis 2 millones y medio por actuación”.
Nunca olvido.
Mick Jagger en el verano de 1990, manda buscar a Camarón y le ofrece cinco millones de pesetas por cantar en una fiesta privada que iba a celebrar en Madrid. La respuesta que le dio no tiene desperdicio:
¨Esos gaches no saben de flamenco¨.
Carlos Lencero, escritor, y flamenco, ha sabido como pocos captar la esencia de ese genio de la música. En su libro: “SOBRE CAMARON”, cuenta la siguiente anécdota:
El cantaor, como buen aficionado, busca en el barrio de Sant Roc – Badalona-, herencia del Somorrostro, al Tío Enrique. El motivo era escucharle cantar sus célebres tarantos, que Lole y Manuel, grabaron en su disco: Pasaje del Agua.
"A las seis de la mañana
se levanta mi marío
a las seis de la mañana
se toma el café bebío
y se va pa las minas
con el cigarro encendido"
Estuvo alojado como en muchas ocasiones, en los Apartamentos Cosmos, en las Ramblas. Todavía los camareros mayores, recuerdan las aventuras de Camarón por allí. Corren los años 80…
“Fue precisamente en un viaje a Barcelona junto a su amigo
Bambino
cuando le ocurrió una de las anécdotas más espectaculares de su vida. Se instalaron en plena Rambla barcelonesa el Hotel Cosmos esquina con Escudellers. El inquieto
Camarón llevaba una idea preconcebida: escuchar al Tío Enrique cantar por sus célebres tarantos, y, a ser posible, grabarlo. Adquirió una de esos radiocasetes con mil botones y después de hacerse con la dirección del cantaor se dirigió allí para cumplir su objetivo. Al parecer, según contaba después, pasó horas escuchándolo y grabándolo. Cuando regreso al hotel se dispuso a escuchar su tesoro junto a Bambino. Apretó un botón, luego otro, otro, otro; luego de dos en dos; de tres en tres; no salía el más mínimo sonido. ¡No había grabado nada! Tremenda mente irritado, arrojo el enorme aparato por una de las ventanas de las que daban a la calle Escudellers”
En 1980, se inaugura el Festival de Flamenco de Barcelona, organizado por La Caixa. Durante muchos años -hasta su lamentable clausura- se convirtió en un referente de las citas flamencas. Todos los grandes de la época-con la excepción de Antonio Mairena, al que su estado físico y anímico no le dejaba salir de Sevilla– participaron en alguna de sus ediciones. Como no, allí tenía que estar: Camarón. Un público en su mayoría gitano, aficionados e intelectuales, que se rendían ante el genio.
CAMARÓN, poble español, 1987, último tema de la actuación, sale con la guitarra que le prestó su amigo José Candado, le acompaña Tomatito.
Por bulerías como el público entregado le pedía.
"Viviré
mientras que el alma me suene.
Aquí estoy para morir
aquí estoy para morir,
cuando me llegue,
cuando me llegue,
cuando me llegue.
……..
la vida, la vida,
LA VIDA ES