¡Estos americanos están locos, Tomate no mires parriba que yo me he mareao!
Alojados en el Hotel Marriot en Times Square, en pleno Manhattan para ser más explícitos, y en una planta intermedia, la 28. Uno de esos inmensos establecimientos con actividad frenética y patio interior, por donde ascensores acristalados suben y bajan constantemente. Cada vez que Camarón subía o bajaba, se le cambiaba el color. Para nada conectó con Nueva York, una ciudad que si algo tiene es que es poco humana, y lo humano está bien escondido, él ya no estaba para muchas aventuras.
Camarón decía de Nueva York que era una "Fabrica de locos”
Tomatito, en cambio, recuerda el magnetismo que desprendía ese hombre.
“Nos encontrábamos de paseo por la Quinta Avenida, Camarón llevaba un abrigo de piel y unas gafas oscuras; la melena rizada muy peiná, y un pañuelo al cuello; desde luego en NUEVA YORK, en la Quinta Avenida yo pensaba que ya lo habían visto todo, sin embargo Camarón no pasó desapercibido y los vecinos de la gran metrópoli, lo miraban como diciendo ¿Quién es?”
Para distraer al artista que no quería salir de la habitación, visto lo visto, le comentan si quería conceder una entrevista a Diego Manrique, asistente al evento:
“Camarón me preguntó por el público del Palladium; seguramente acudiría personal vestido de modo informal, le informé. Decidió, en compañía de Tomatito, que ellos no irían “de hippies”: se presentaron impecables, con traje cruzado y corbata”
Así se aparecieron el sábado 14 de julio, del año 1990, en la Discoteca Palladium con capacidad para unas 5000 personas, con todo vendido y una expectación total.
Spain where new music lives
Eran los cabezas de cartel en la “Spanish Night”, dentro del New Music Seminar, una feria musical, con productores, managers, ejecutivos discográficos y periodistas, con tremendo prestigio. Un gran evento que reunía, alrededor de 400 propuestas musicales de todo el mundo, todo dentro de una campaña de internacionalización del artista.
Sus únicas palabras a modo hablado, fueron:
"Soy hombre de pocas palabras pero tengo que decir que estoy contento de estar aquí".
Después, como describe magistralmente la crítica americana, se puso al público en el bolsillo, y, sólo guitarra y cante.
“At the Palladium, 3 groups from Spain”, titular del New York Times.
“La música, sin repetir melodías, está centrada en el virtuosismo y la emoción –en nada se parece a la simplicidad del pop- y los dos músicos ascienden a los crescendos conjuntamente; en vez de acompañarse uno a otro, llegan a una conclusión mutua, mientras muestran su dominio del arte de retratar emociones.” del crítico Peter Watrous, experto en jazz, destacó la actuación, captando esencialmente que podían ofrecer al mundo musical.
“El DUENDE de la noche se apodera de Nueva “
“El Palladium era una disco ruidosa pero había suficientes connoisseurs para que la pareja se sintiera arropada. Y el poderío de Camarón se impuso inmediatamente: hasta vi hermosas negronas de Harlem esbozando poses flamencas”,
Diego Manrique.
Todo eso, teniendo en cuenta, que para Camarón fueron los momentos más duros de la noche tras el espectacular final de Ketama, pletóricos de fuerza y entrega. El bullicio en la discoteca y el público, no lo suficientemente educado para menesteres del cante flamenco, no era de lo más adecuado, pero a modo de faquir consiguió amansar a las fieras y tras un par de capotazos bien dados se los llevó a su terreno consiguiendo hacerlos estremecer.
Quizá José Monje se preguntase qué es lo que se le había perdido a él en una discoteca de Nueva York, ya que en su pueblo, cuando canta, por lo menos se le escucha.
Con el público tocado emocionalmente, el cartel lo cerró El Último de la Fila, que de cara a la crítica no lo tuvo ya, nada fácil. Peter Watrous, los acabó dejando como un grupo de rock que intentaba sonar flamenco, lo cual no encontraba nada atractivo. Ketama, según la crítica quedaron como una apuesta a seguir interesante.
Pero, como dijo Manolo García:
“La "estrella de la noche era Camarón". Su presencia es la que atrajo hasta allí a David Byrne y Milton Nascimento”.
El camino hacia América sigue hoy siendo un camino evidente, prueba de ello son los cantes de ida y vuelta, pero más evidente es la influencia notable del flamenco en el blues o el jazz, origen de cualquier música sajona moderna.
Pino Sagliocco, fue uno de los impulsores de la internacionalización del Flamenco y de Camarón en particular:
“Recuerdo una fiesta flamenca que montó en un bar de Jerez. Me llevé a Jim Beach, el mánager de Queen, que no se podía creer que en un sitio tan modesto surgiera tanto arte”
Quizás hoy no, pero quizás mañana si, contemos con un imán tan fuerte como Camarón, pero, como el bien sabía, el flamenco no era eso. Para el que lo sepa entender:
“A mí no me gusta dar nombres, porque para mí es un fenómeno todo el que me llegue, sea un profesional o no, famoso o desconocido. En esto, todo es cuestión de momentos, no de nombres.” Camarón de la Isla.
El Flamenco donde la nueva música vive.