“No he notado nunca que se piense que es una extravagancia, porque no lo es. Cuando ven el sitar físicamente sí, pueden creer que lo es, pero yo siempre digo: “¿Quién me ha llamado a mí para grabar con él?”. El Agujetas de Jerez.
¿Crees que el Agujetas va a llamar a alguien que sea extravagante? Camarón, El Lebrijano, Lole y Manuel, Paco Taranto. Me han llamado ellos, yo no he llamado a nadie. He recibido siempre gloria bendita, y no he tenido nunca problemas.
Por ejemplo, yo he estado tocando con El Chocolate. El cantando por soleás y yo con la guitarra metiéndole cosas de Jimi Hendrix, lo que me daba la gana, y él ni se coscaba. Me decía: «Dale ahí» [risas]. Pero un día vino El Chocolate a vernos. Yo estaba con Camarón y Ricardo Pachón en el estudio que tiene él en Umbrete. Y estaba el sitar en el suelo. El Chocolate lo vio y le dijo a Camarón: «José, tú no debieras hacer estas cosas, tío. Porque tú eres un peaso de cantaor, y no te tienes que vender haciendo cosas raras. ¿Eso qué es?». Y José me dijo: «Tócale eso que a mí me gusta». Se lo toqué y El Chocolate se quedó a cuadros. Nos dijo: « ¡Eso está hablando!» [ risas]. Y ya empezó a cantarme cosas para que yo le acompañara con el sitar.
Recuerdo que una vez El Chocolate me cantó un taranto por el puente de Triana. ¡Qué cosa más increíble! Y con el último aliento, a punto de dar el toque final, se para el tío en seco y se ríe. Yo me quedé cortado, porque me estaba emocionando una barbaridad y va y me dice: «En esta parte me aplaude todo el mundo siempre» [risas]."
"Cuando la gente ve el sitar siente prejuicios, pero el flamenco viene de ahí, de imitar la voz. Todas las culturas, como la hindú, vienen de una cultura oral. ¿Cómo se aprenden los budistas o los musulmanes las sagradas escrituras? Pues con un tío repitiéndolas y repitiéndolas. El flamenco es una queja, siempre. Pasamos el dolor y lo miramos de frente. Y es individual. Queremos decir algo que nos está pasando. Ahí no somos como los hindúes, que quieren conectarse con el cosmos con su música. Somos diferentes. Pero ¿cómo hacen esto los hindúes? El gurú le canta con la voz, porque todo viene de la religión. Los ragas de la música clásica india tienen un modo que es igual que una escala.
El sitar tiene algo para imitar la voz que no tiene la guitarra. Por eso lo he utilizado en el flamenco, intuitivamente. Porque a mí el flamenco no me lo ha enseñado nadie. Yo he cantado lo que he escuchado de chico y lo que me cantaba mi madre. Lo que me cantaba Camarón cuando venía a mi casa, que yo le decía: «Repítemelo». Y si se acordaba, lo hacía y si no, algo parecido. He ensayado con todos, los escucho y después mezclo un trozo de José de la Tomasa, lo que yo siento, con un trozo de Camarón, con uno de Mairena. ¿Por qué? Porque ellos pueden cambiar la letra y seguir con la misma música, y yo, cuando toco una soleá, tiene que ser diferente en la música, tiene que tener más riqueza. Entonces lo que hago es aprenderme el ritmo y luego improvisar, con una mezcla de blues, de rock, de flamenco y de clásico. Podéis pensar que es anárquico, pero lo hacen todos los músicos. Mozart en medio de una sinfonía podía meter una canción popular.
Al final es igual que un raga, que tiene una melodía base que luego se desarrolla. Para desarrollarla, sea flamenco o no, debes tener un conocimiento, hay que estudiarlo, que es lo que he hecho yo. El instinto es básico, pero no es lo único. El sonido no vale, hay que manipular el sonido con los dedos. Pero tampoco vale, hay que tener una idea interior y expresarla. Puede ser una idea de amor, de un paisaje, de un sentimiento, porque la música, como os decía antes, está expresando cosas que no vemos.
Cuando me dan la música demasiado hecha, no me gusta. Me gusta la música que se expresa ella sola, y que por sí sola tenga tal ambigüedad que si tú eres sensible puedas incluso captar lo que el compositor quería decir. Después de la novena de Beethoven hemos aprendido que no hace falta una letra para expresar un sentimiento. Así que a mí los flamencos me han acogido bien, siempre.
A Camarón le gustó mucho el disco que le hice a Remedios Amaya con la guitarra eléctrica. Él ya me conocía a mí de Smash, era muy amigo de Manuel y había venido a mi casa muchas veces. Se ponía a tocar la guitarra y yo el sitar… De hecho, él incluso se compró un sitar, que yo le afiné y le enseñé a tocarlo un poco.
Cuando llegué, llevaban ya un mes y medio grabando el disco, pero esa canción la hicimos Camarón y yo del tirón. Prácticamente la improvisamos: él siempre me dejaba empezar, que yo tocara un poco el sitar, tocaba la misma frase siempre [tararea], y entonces ya entraba él, y cuando yo veía que hacía una frase definitiva, entraba yo otra vez. Y así lo hicimos, que es lo mismo que hice con la Reme. Cuando acabamos nos dijeron que había que grabarla otra vez, porque había una cosa técnica que había fallado. Y Camarón dijo: «Esto no lo toques, se queda así ya». A él le gustó y así se quedó. Eso sale en el documental que se hizo sobre La leyenda del tiempo. Manuel decía que lo único que le gustaba a Camarón del disco era lo mío, porque era la única parte en la que él pudo hacer lo que le dio la gana. A él no le gustaba cantar con un micro de pie, por ejemplo, y todas esas cosas. Después, como se vendió bien, ya se reconcilió un poco con el disco”.
Extraido entrevista en Jotdown “Gualberto
García: «Los rockeros me ven como un flamenco y los flamencos como un rockero»”
“Par mí fue una cosa casi mágica digamos porque yo acababa de llegar de EE. UU. Y allí escuchaba yo mucho un disco que tenía de El Agujeta que grabó con Manolo Sanlúcar, el disco me encantaba, cantes por seguiriyas, por soleá, me parecía una persona increíble. Un día me llaman por teléfono y era Manuel Agujeta y me dijo que quería hacer un disco conmigo y claro yo me quedé, le dije, yo encantado, ahora mismo, era mi cantaor preferido en aquella época. Yo venía con el disco de él en el coco, de escucharlo miles de veces y nada ni ensayamos ni nada. A los dos o tres días me vine para Madrid, bueno vamos a ver un poquito Manuel lo que hacemos ¿Qué vamos a hacer? Tú toca y yo canto, somos dos figuras, a nosotros no nos hace falta ni ensayar. Pero hombre vamos a ver. Que no, yo te he visto tocar y no veas. A mí me encanta. Entonces cogimos tocamos y no repetimos nada, es el único disco que no se repitió absolutamente nada, fue del tirón”.
Curro del Realejo, Triste y Azul, Radio Vallekas
"Agujetas decía que lo que él cantaba se quedaba para siempre, que no repetía nada.
Yo no introduje nada, lo que hice fue tocar en vez de con una guitarra, con un sitar, pero eso fue lo fundamental en el disco". Un disco de cantes puros con la voz antigua y gitana, jerezana, de Agujetas –a resaltar sus dos estremecedoras seguiriyas-, bordada por el dulce temblor oriental que impregna el sitar, punzante y vibrador ofreciendo otra profundidad. Otra dimensión".
Gualberto "Historia del rock sevillano".