CANT-Aut-OR
“Si entre tú y yo existe la Química, combinémonos“
Jerez de la Frontera, 1954, prototipo barrio
Santiago,
flamenco
a tiempo completo.
“Cuando uno está dentro de la música mucha gente tiene un sobrenombre pero Diego Carrasco es el que estáis viendo, el que os canta y el que lleva 50 años en la música. El humilde, el desenfadado y el amigo.
Mucha ilusión, muchas ganas de jugármela. Estamos hablando de un tiempo en el que yo tenía como doce años, era un crío, pero en lugar de jugar al fútbol me ponía a tocar la guitarra, a hacer compás, a cantar con mis primos.
Lo primero que hizo mi padre fue llevarme a una juerga flamenca. Se podían pegar tres o cuatro días a base de vino y de lo que hubiera para comer, aguantando sin nada más. No hay mejor escuela que esa. El flamenco era entonces cosa de familias. Que si mi abuelo cantaba la soleá así, que si la seguiriya de mi tío es de esta manera. Hasta que vinieron los grandes genios, los verdaderos estudiosos, y abrieron el arca.
He tenido la suerte de ser de un barrio muy emblemático de Jerez, muy flamenco, de allí fíjate la cantidad de artistas que han salido. Hombre, quién no se siente orgulloso de donde ha nacido, más en un lugar como ése, pero igual si lo hubiera hecho en San Miguel o en cualquier otro sitio. He salido de una familia muy flamenca, del vientre de mi madre que era Fernández pura y me siento muy orgulloso.
Por parte de padre vengo de los Jeros y de los Peña de Lebrija. De pequeñitos estábamos juntos y aprendimos con Pedro Peña. Él fue muy importante para mí. Y el hecho de ser familia de uno hace que uno se lo tome mucho más en serio. Va más allá del simple conocimiento. Pero más duro que él fue el maestro Rafael del Águila, lo más de lo más. Leía pentagrama, era un verdadero maestro para todos los flamencos de mi generación.
Empecé muy joven. Tuve el honor de tocar en la primera fiesta de la bulería de Jerez en el año 1967. Ese año toqué también en la primera “Caracolá” de Lebrija nada menos que a Tío Gregorio «El Borrico». Empecé como guitarrista, acompañante. Para el cante y el baile. Pero bueno, mis inquietudes me hacían componer, musicar poemas… pero esencialmente era guitarrista”.
“Soniquete, es una palabra muy compleja, es el compás del reloj de tu corazón. Sí Dios te ha dado un compás lo tienes que desarrollar, lo tienes que disfrutar y sentirte orgulloso de saberlo apreciar, de ver quién lo tiene, quién lo regala, quién lo muestra. Si ves a Matilde Coral cómo se levanta, cómo se muestra, con ese pellizco, y eso tú lo disfrutas es que tienes soniquete.
Fíjate que el flamenco te quita todas las penas, te da alegría, si pudieran ponerlo en muchos sitios la gente se sentiría mucho mejor, es la música más sencilla, más sana.
El flamenco es rico por los cuatro costados, es rico de una manera especial y aglutina a gente de muchas sensibilidades, sin obligar a nadie. Si a ti te gusta Lole y Manuel o Camarón, con el tiempo vas escuchando progresivamente hasta que llega un momento en el que te gusta «Mojama» o Manuel Torre. Eso te lleva a la pureza, y eso es lo que hace falta. Habría que hacer eso, llegar a la serenidad y a la pureza”.
“Cincuenta años y aún me despierto con ganas de todo. He intentado convertir mis errores en aciertos en estos años y siempre con la mente positiva. El flamenco está vivo y por eso hay que estar atentos cada día a lo que ocurre.
Yo aprendo de los jóvenes, son los que están al día.
Creo que he bebido sobre todo de las mejores fuentes de cada época y he ido con los tiempos, por eso tengo mi personalidad. Ahora estamos en otro momento, ya no estamos escardando en el campo... para pedir un préstamo hay que formar una que ni te cuento y a eso hay que cantarle también. Siempre respeto la ortodoxia, que es lo más importante para mí.
El flamenco está en muy buenas manos. La gente que empieza ahora tiene un formato diferente al que teníamos nosotros. Ahora tienen un abanico de espejos, de posibilidades de aprender… tremendas. Nosotros adquiríamos el conocimiento en familia, un poco por regalo, legado, herencia. Son maneras diferentes de ser flamencos, pero el que es bueno tiene que serlo como sea.
En aquellas casas gitanas en las que solo había guitarras, de pronto entraron las eléctricas, las baterías y los bajos, y los jóvenes, como es normal, reaccionaron a eso. Ahí me di cuenta de la enorme fuerza del flamenco. Tiene unas raíces tan profundas y tan fuertes que ya pueden venir todos los vendavales que vengan, todos los tsunamis, que nada puede con él”.
“Yo he sido el más golfo del mundo, aunque he tenido la suerte de haber estado ahí, pero claro que hay que estudiar.
Para triunfar, hay que ser muy disciplinado, tener la cabeza en tu sitio. Y yo bastante tengo con tocar y componer, levantarme temprano y tomarme la pastilla. A mí, si me quitan de mis fiestas, de mi gente, me quitan mi esencia.
Flamencos hay muchos, pero cante gitano, muy poco. Con el tiempo aprenderé a cantar, ya lo verás”.
“Quiero decirte que nunca me sentí cantaor, ni lo soy. Soy un cantautor gitano”.
Química: