“Su guitarra suena a un árbol llorando”, Don Cherry
“Yo soy un antiguo moderno”
“Pepe viene de una tradición tan sólida que para mí es como tocar con un padre del blues como Robert Johnson, y no quería arrastrarle a otro terreno. Desde el principio quise poner mi experiencia al servicio del flamenco”. Dave Holland
"A los puristas no hay que hacerles mucho caso, hay que hacer cosas que despierten, cosas enriquecedoras, y el flamenco no es una excepción"
José Antonio Carmona Carmona, Pepe Habichuela: Granada, octubre de 1944. Unos de los últimos perpetuadores del toque flamenco, aportándole modernidad a la raíz de la guitarra.
“Se han ido ya todos los monstruos y estoy representando yo ahora mismo, dentro de mi manera de ser, lo que tengo para transmitírselo a la juventud y a los cantaores jóvenes. Porque hay que intentar darles gloria, ayudarlos. Y yo soy el más indicado para eso por mi edad y por mi tiempo en el mundo de la música. Por eso los chavales me aprecian y quieren actuar conmigo. Y eso para mí, como digo yo, es no morir nunca. Lo único malo es que cada vez me pesa más la guitarra cuando camino”.
“Yo toco la guitarra con todos los defectos del mundo. No he sido estudioso como los jóvenes ahora, sino de otra manera, de otra historia. Yo me he puesto a tocar y he tocado lo que me ha salido”.
“Son las pulsaciones. Pero esto depende del momento en el que te encuentres. De que estés feliz. Porque cuando agarras la guitarra así, tranquilito, que vas buscando cosas… Entonces es cuando se agrandan el corazón y el alma».
“El rasgueado de los Habichuela formó una revolución en los años sesenta. Paco de Lucía iba a ver a mi hermano Juan y se quedaba asustado con sus rasgueados. O Juan Santiago Maya, Marote, que también tenía ese sonido y hacía unos rasgueados con una velocidad increíble. Entonces, en aquella época, no existía eso, no había esa furia en los rasgueos, que pusimos nosotros, porque veníamos del Sacromonte, del laúd y de la bandurria, y de sitios con mucho ambiente y ruido en los que no te podías sentar y estar tranquilito y había que apretar”.
“Yo recuerdo una guitarra que me dejó mi padre, que estaba toda llena de rajas pero sonaba. Y que le metí un acorde, el mi, y dije: «Dios mío, ¡qué tengo en las manos!». Luego fui a poner el siguiente acorde, pero me quedé más tumbado. Así que regresé al mi natural, que era una belleza”.
“Yo estaba taraceando, como digo yo, y mis hermanos, Juan, Luis, Concha y Dolores, ya estaban en el Sacromonte. Todos menos yo y mi hermano más pequeño. Hasta que un día me mosqueé cuando estaba en el taller de taracea, me corté un dedo con el formón y dije: «Papa, quiero que me compres una guitarra»”.
“Mi padre compró una diligencia, como en las películas, y un mulo, y la llenábamos de sartenes, platos, ropa… Íbamos desde Granada a Lanjarón caminando. Y ahí, que en esa época ya había turismo, parábamos en la terraza de los hoteles, tocábamos y bailábamos y luego pasábamos el sombrero”.
“En el Sacromonte estaban las cuevas, que las había de diferentes categorías, como todo en la vida. Yo pasaba por una que se llamaba Manolo Amaya que era donde estaban las figuras, pero iba con el estuche rasgado y roto y me daba mucha vergüenza. Así que me iba a la droguería, compraba pintura y lo pintaba de verde. Y a los diez días lo pintaba de blanco. Así hasta que ya no aguantaba más y le pedí a mi padre que me comprara otro. Y ya me compró uno de plástico”.
“Yo vine gozando a Madrid. Todo lo que había en Madrid yo lo había oído de pequeño en los discos de Manolo Caracol, de Pepe Marchena, del Niño de los Peines… Yo era un niño pequeño y ellos eran adultos y sabían más que la madre que los parió. Pero estuve ahí a su lado callado y con las orejas abiertas y aprendiendo”.
“Yo no tenía ni puta idea de la política. Ni la tengo. La política mía es tomarme unas aceitunas, un vaso de vino y conversar”.
“Hay jóvenes muy buenos que ahora se preocupan más por aprender antiguo y echar la vista atrás. Y a mí eso me da alegría. Además, he estado hace poco actuando en El Cairo y en Omán y ves que la gente se vuelve loca escuchando flamenco por todo el mundo. Aunque también hay muchos equívocos, mucha gente que se mete por medio y que no son buenos… Pero el flamenco de verdad está ahí. Se podía haber igualado la música flamenca con otras, porque es junto al jazz una de las más importantes que existen. Pero aquí, no hace mucho tiempo, se ponían en los bares carteles de «prohibido el cante». Así somos… Los españoles somos buena gente, hacemos la tortilla de papa muy bien, nos gustan mucho las almendras [el dinero] y todo el mundo va de aquí para allá. Así está la vida”.
“Nuestro país es una maravilla, lo mejor del mundo, yo no me quejo, pero no hacen caso a lo que tenemos”.
“Mario (Pacheco, Nuevos Medios) llegó a mí porque me vio en muchos conciertos. Se fijó en mí y me dijo que quería hacerme un disco. Yo le dije que me daba mucho miedo, porque estaban Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, que eran los dos de aquella época. Pero me insistió. Me preparé y grabé el disco A Mandeli. Y después me enteré de que se había vendido en todo el mundo. Eso fue muy bueno también para mi nombre. Aquel era un disco en directo, que eso no se suele hacer hoy día.
Yo fui el primero del flamenco, sí, el padrino. Pero Mario fue el hombre que introdujo aquella música. Si no hubiera estado él, no lo hubiera hecho nadie. Se arriesgó por lo que le gustaba. Era muy listo. Muy sencillo, muy educado, con mucho temple. Sabía cuidar a las personas. Y eso, quieras que no, te da un estímulo”.
Con Mario Pacheco, entre Barcelona, Madrid y Bangalore, graba su tercer disco: “Yerbagüena” y la Bollywood Strings, India y el Flamenco de la mano.
“Chandrú, un violinista, compositor y director de orquesta indio, me escuchó tocar en Holanda y en Bélgica durante las navidades de 2000. Le fascinó mi música y me invitó a participar en un concierto en Londres. Yo de inglés sólo sé decir any way, pero Mario Pacheco nos hizo de intérprete. Ya en Londres, Chandrú se acercó a mí para hablar de cosas importantes y le propuse colaborar en mi disco. Se quedó encantado”.
'Toca con corazón, tiene una intuición bárbara de la música, es una bellísima persona y, además, con ese bigote, negro como la endrina, parece primo mío, un gitano de Graná'.
'Todo ha fluido muy natural, pero nada ha sido improvisado. La primera vez que toqué con Chandrú en Londres me pasé tres días ensayando: de nueve a dos y de cinco a nueve. Los flamencos de hoy ya no somos como antes'.
'El primer tema que mandé a Bangalore fue Al aire, una bulería de mi primer disco. Chandrú le metió la orquesta y me lo envió. Así surgió Bangalore Krishna'.
'La música india es distinta al flamenco, pero cuando la oigo encuentro ráfagas que me hacen decir 'Olé', aunque no la entienda'.
'El disco ha quedado ahí para toda la vida y nosotros hemos salido vivos de milagro'
“No es porque sea mi hijo, pero Josemi es un pedazo de músico y conoce todo lo mío desde que tenía babero. Produjo también “Habichuela en rama”, y si no figura en el primero es porque entonces estaba todavía con las natillas. Suya fue la idea de iniciar y finalizar el disco con un mismo tema, Yerbagüena, pero en versión Oriente (con arreglos de Chandrú) y en versión Occidente (con arreglos de Pepe Habichuela y Josemi Carmona)”.
“Los músicos indios son muy buena gente, cumplidores y aún más regateadores que los gitanos”.
Mario Pacheco, que escucha al guitarrista, replica rápido:
“Pero piden menos”.
“Bueno”, -con guasa-, “ellos no gastan en tenedores y cucharas porque comen con las manos, y además comen menos”.
Guadiana, canta en la siguiriya grabada en directo en el Grec de Barcelona. Yerbagüena.