El mirlo tiene como seña de identidad: su canto, uno de los más melódicos del mundo animal, se les puede escuchar con más fuerza durante el amanecer y el atardecer en el campo, jardines, incluso en la ciudad, con la capacidad para cambiar el tono de su canto. Canciones repletas de silbos y ricas melodías que suele acompañar moviendo las hojas del suelo, generando un sentido rítmico.
Se adapta a diferentes entornos, siendo habitual su presencia en las zonas urbanas. Su canto nocturno es una las adaptaciones al ámbito del ruido, en el bosque no cantan de noche. Han decido cantar durante la noche cuando el nivel de decibelios desciende considerablemente y su canto puede ser escuchado más lejos en ciudades o pueblos.
Según donde habite, es migratorio o no. Los mirlos que pasan el invierno en los países que formaron parte de Al Ándalus, no realizan viajes migratorios y residen en el mismo territorio durante todo el año.
Algo similar le pasó a Ziryab, después de migrar por varios destinos, por donde fue acrecentando su leyenda, acabó asentado en Córdoba para definir la musicalidad andalusí, dejándonos tradiciones imborrables y formas de concebir la vida que se han mantenido hasta la actualidad. Fue uno de los responsables del refinamiento que consiguió Al-Ándalus en el siglo IX, cuando en Europa ni se lavaban, Córdoba tenía 600 baños públicos o una biblioteca con más de 400.000 volúmenes catalogados.
En 822 pisa suelo peninsular en Algeciras, en la época al-Jazĩra al-Hadrã, la Isla Verde:
“Algunos lo describieron cuando su llegada a al-Jazĩra, con un sombrero de astrakán que cubríale la frente hasta las cejas, despejando sus orejas y cuello, con su barba teñida de henna y, bajo sus párpados ennegrecidos con kohol, sus ojos brillan… A su paso, rodeado de sus mujeres jóvenes y hermosas y sus muchos hijos, emana un agradable aroma de flores”
Ziryab, del persa, زرياب, Mirlo Negro
Abul-Hasan Alí ibn Nafí, nació en Mesopotamia, en los tiempos de las mil y una noches, por el año 789. Su apodo le viene de su tez negra, su hermosa voz y su carácter agradable, atributos que recordaban a un mirlo.
Ziryab pasó a la historia por su labor musical como uno de los precursores de la guitarra actual, instrumento imprescindible en el flamenco, al añadir una quinta cuerda al laúd. En Córdoba fundó el primer Conservatorio de Europa, contando con una muy prolífica labor de composición, llegando a crear unas 10.000 piezas que era capaz de memorizar. Su máxima aportación a la música islámica fue la creación de la Nawba, una “suite” clásica: vocal e instrumental, que englobaba influencias cristianas, judías y africanas, con el clasicismo oriental.
Sus enseñanzas sobre música e instrumentos tendrían gran influencia sobre sus contemporáneos cristianos, judíos o ateos.
Este hombre polifacético ya hablaba de las propiedades terapéuticas de la música hace once siglos, labor que compaginaría con la de poeta, astrónomo, gastrónomo y creador de tendencias en la forma de comer, de servir la mesa, en el vestir o en la estética de su momento, marcando los patrones de lo que era y no era elegante. Deslumbró a toda la sociedad de aquella época, con sus refinadas forma de vestir y manera de actuar.
Fue el creador de un calendario de la moda marcando las temporadas: los vestidos de lino y sedas exóticas, el color blanco y las transparencias serían propios de primavera-verano. Los colores más sobrios y materiales más gruesos como la lana quedarían reservados para el otoño-invierno. Pero fue mucho más allá creando el primer instituto de belleza del mundo, donde enseñaban técnicas de depilación, cosmética y peluquería. También puso de moda las pastas de dientes con sabor, el hábito de bañarse dos veces al día, creó un desodorante o instauró el flequillo como peinado de moda masculino.
Fue el impulsor del corte de pelo al estilo Camarón, con flequillo y largo por detrás.
Gastronómicamente, instauró el orden de los platos que aún hoy deberían perdurar en las mesas de casi toda la península: primero las sopas, luego los entremeses, continuamos con el plato principal y finalizamos con el postre. Aportó a las recetas del momento nuevos ingredientes que hasta entonces eran desconocidos e introdujo la cuchara y las copas finísimas talladas en cristal para el vino, anteriormente se usaban las de oro y plata, así como los manteles de cuero fino.
El Ziriabí, es una receta de habas al estilo persa que aún se conserva en Córdoba a S.XXI recordándole.
Pero el plato que más influencias dejó en varios países fue su Zirbãya, elaborado con queso fresco o leche, cordero, almendras, vinagre y azúcar. Trocando el cordero por pollo se convirtió en el menjar blanc catalán, el blanc-manger de Francia o el biancomangiare de Italia.
Falleció en Córdoba en el año 857, donde impulsó el desarrollo intelectual de la ciudad y del mundo musulmán, a nivel europeo eran la vanguardia intelectual.
Abũ-l-Hasan Alí ibn Nãfi (أبو الحسن علي ابن نافع), nació aproximadamente en 789 d.C. en la ciudad, actualmente iraquí, de Mosul.
Desde niño fue discípulo del eminente músico Ishãq ibn Ibrahĩm al-Mawsilĩ , venerado maestro de la escuela Udist en Bagdad y músico oficial de la Corte califal, quien lo aceptó entre su muy escogido alumnado ante su ansia de saber, su inteligencia y notables dones.
Pasado el tiempo, fue presentado por el maestro como su alumno más aventajado ante el califa Hãrũn al-Rašĩd que le pidió que le hiciera una demostración, a lo que respondió el joven:
“Si Su Alteza quiere oírme tocar algo a la manera de mi maestro, me acompañaré de su instrumento, pero si quiere conocer el método que inventé, necesito el ũd que elaboré para mí mismo. Mi instrumento, si bien tiene las mismas dimensiones y madera que el ordinario, es alrededor de un tercio menos pesado; sus dos primeras cuerdas (zĩr/mathnã) están hechas de seda hilada en agua fría, bien tensadas, pero flexibles sin ser blandas, y son más fuertes que las cuerdas utilizadas habitualmente, cuya seda ha sido torcida después de empapadas en agua muy caliente. En cuanto a la tercera y la cuarta (mathlath/bamm) de mi ũd, se hacen con los intestinos de un cachorro de león, lo que les permite sonidos más melodiosos, claros y densos. Su uso es más duradero y son más resistentes a los cambios de temperatura que las cuerdas hechas con los intestinos de otros animales“.
Autorizado por el califa, el joven Ziryãb entonó los versos y la música que había compuesto especialmente para él, y lo hizo tañendo su propio ũd. El soberano no pudo ocultar su entusiasmo y manifestó su afán por convertirlo en músico de su corte.
A partir de ese momento todo el afán de su maestro estribó en librarse de su rival al verle las dotes, incluso superiores de lo que él había intuido,
Dolido con la actitud de su admirado maestro y no ignorando el poder que había llegado a acumular, Ziryab determinó emigrar.
Después de pasar por Alejandría, viajó por todo el norte de África hasta llegar al-Magreb y se asentó en Qayrawãn, fue dándose a conocer, relacionándose con los músicos más afamados, hasta que consiguió deslumbrar al emir aghlabí Ziyãt-Allãh I quien contrató sus servicios con muy ventajosas condiciones y emolumentos. Allí la reputación del genial artista creció pronto y se extendió hasta más allá de las fronteras del país. La vida artística del barrio donde residía hervía de animación gracias a él; la alegría y el nivel de sus actividades creativas lograron que aquel barrio llegara a ser conocido por su nombre: “al-hay al-ziryãbĩ “. Y así fue gracias a la protección del emir; hasta que perdió ese favor con que era distinguido al sentirse ofendido por unos versos del artista, que en consecuencia fue sentenciado al látigo y, más tarde, desterrado. Corría el año 821 d.C.
Este penoso incidente fue presenciado, casualmente, por un embajador del emir omeya al-Haqem I, ya que hasta Córdoba había llegado noticia del ambiente cultural que Ziryãb había creado . Al-Mughannĩ lo invitó a seguirle hasta Córdoba para entrar al servicio del emir omeya. Pero, ya en 822, apenas pisado suelo peninsular en al-Jazĩra al-Hadrã (Algeciras, la Isla Verde), la suerte le volvió una vez más la espalda al recibir la noticia de la muerte de al-Haqem I.
No obstante, aunque hubiera muerto, Abd al-Rahmãn II, su hijo y sucesor, era aún mayor amante de la poesía y la música que su padre y contrató sus servicios; le ofreció un palacio en Córdoba, una al-munya en su alfoz valorada en 40.000 dinares, una pensión anual de 5.640 dinares, 300 almudes anuales de cereales y otros muchos privilegios, y todo ello antes de haberlo oído cantar.
No tardó en darse a conocer Ziryab en la corte cordobesa; no era su misión pasar inadvertido y, además, estaba incapacitado para conseguirlo. Pronto alcanzó renombre, y todo el que quisiera deslumbrar con sus fiestas no podía olvidarse de invitarlo; entre la jassa (aristocracia andalusí) ya no se pudo prescindir de él.
El pago tan generoso que recibía de Abd al-Rahmãn II fue considerado excesivo por otros personajes de la corte andalusí, como fue el caso del célebre poeta Yahya al-Ghazãl y del mismo tesorero del emir, quien se negó a abonar a Ziryab las desorbitadas sumas que tenía asignadas; pero tan convencido estaba el soberano de los merecimientos de su protegido que terminó pagándolas de su propio bolsillo.
Las prósperas condiciones de vida del músico en Córdoba causaron asombro incluso fuera de al-Ándalus, y otro eminente músico de Bagdad llegó a lamentarse ante el Califa de que,
“mientras Ziryãb con los omeyas de al-Andalus cabalgaba rodeado de más de un centenar de esclavos y poseía treinta mil dinares, él, probablemente moriría de hambre…”
“A Ziryab nunca le tentó ni la política ni el poder ni quiso inmiscuirse en las intrigas palaciegas, lo que contribuyó a elevar su posición en la corte y aumentar una fortuna calculada en 300.000 dinares, además de varias alquerías de la campiña cordobesa. Ni en Bagdad ni en Bizancio había sido jamás pagado tan generosamente el arte de un músico”,Mahmoud Guettat
La rápida y enorme arabización que originó su influencia en la lengua y las costumbres alcanzó a las comunidades de cristianos, judíos o de otros credos. Pero en nada era comparable a su caudal musical.
Su labor docente como pionero en crear el primer conservatorio de música en Europa, a través de su método pedagógico, que generó con el tiempo en al-Ándalus rodeado de los mejores especialistas de su época, seguía las siguientes fases:
1) Estudio preliminar de la voz del estudiante, que, sentado erguido en un taburete alto debía gritar lo más alto posible: «¡Yã hajjãm!» (¡Oh barbero!), para sostener esa «ãh» prolongada entonando la escala, ascendente y descendente. Con esta prueba descubría las virtudes vocales del candidato y si mostraba timbre nasal o dificultades respiratorias. Si la voz era débil, practicaba el vendaje del vientre con un turbante para reducir el espacio y el aire en la zona abdominal, facilitando la emisión de los sonidos. A los discípulos que presentaban dificultades para la apertura total de la boca les aconsejaba colocar entre los dientes un trozo de madera de un ancho de tres dedos durante el sueño de varias noches seguidas.
2) Sistema pedagógico en avance progresivo desde lo fácil hasta lo complejo:
– Recitación del poema con acompañamiento de percusión para apreciar ritmos y acentos.
– Aprendizaje de la melodía en toda su sencillez y despojada de adiciones superfluas.
– Estudio de matices y ayudas ornamentales para aportar a la obra la expresión, el encanto y la creatividad del artista o instrumentista.
3) Canto sometido a la secuencia musical llamada “nawba» o nuba, regla que aportó y que supuso el predominio del ritmo musical sobre la métrica poética.
Mahmoud Guettat describe la magia del mirlo:
“preponderancia a lo misterioso, lo mágico-místico y religioso de la música, así como su poder expresivo y terapéutico y sus poderosos efectos sobre el alma humana. Esta concepción ganó todas las consideraciones en el Occidente musulmán, donde constituirá los cimientos mismos del edificio musical: las veinticuatro nubas imaginarias y el árbol simbólico de los «temperamentos» (shajarat al-tub’) —colérico, sanguíneo, flemático y melancólico—, según una tabulación que asigna un carácter para cada nuba; la concordancia de las cuerdas del “ũd” con los dones cósmicos y las diversas manifestaciones psicofisiológicas del hombre; la estrecha relación entre el origen mágicoreligioso de la música y la cosmología, la medicina, las matemáticas y la ética”
Ibn Khaldun escribió sobre él:
"Fue autor de un repertorio inmenso de canciones que llegó hasta el período de las taifas y, como un océano, sumergió a Sevilla para luego alcanzar a las otras provincias andaluzas y más tarde al Magreb".
Con el tiempo, estas creaciones llevadas a los reinos cristianos peninsulares por juglares y juglaresas mudéjares y moriscos, o otros músicos peninsulares , alcanzarían el ámbito de los trovadores provenzales e influirían en la música de toda Europa."
Sus hijos siempre colaboraron con él y contribuyeron al negocio familiar, primero como discípulos y propagandistas de su escuela, luego como sus sucesores.
Ziryab murió en Córdoba en 857 d.C., y su muerte fue llorada por todo el pueblo, por los nobles y los intelectuales, siendo acompañado hasta su última morada incluso por el emir Mohamed I y su sequito.
Ziryab fue un trabajo del guitarrista Paco de Lucía buscando en su imaginario los tiempos del califato cordobés. Gracias al archivo visual YouTube, podemos apreciar como sigue viva parte del legado andalusí, en el fascinante y expoliado: Afganistán en el siglo XXI, que no sólo se debe conocer por los talibanes, sino por ser un enclave estratégico en la ruta de la seda, paraíso sensorial hasta la llegada de los hippies.
Amjid Malang, al rabab, versión oriental del Ziryab:
Laúd y cantes, a lo Gangsta bajo la luz de una lámpara de gas y el cantaor invitado con su kalashnikov. Me recuerda muchísimo al flamenco, se oye el baile sin que nadie baile:
Gul Mohammad, dombura y cante, y amigos:
Los hippies en sus caminos a la India, encontraban Afganistán, donde lo sensorial se daba la mano con la hospitalidad. Hoy los intereses son los mismos pero con más avances que combinan futuro con guerra. Así y todo,su orgullo les hace seguir siendo los otros hippies. Amjid Malang y otros amigos, tema pop psicodélico sin querer serlo, y otras esencias afganas.
El sonido Ziryab sigue presente en la música universal.