Nació en 1913, su madre Micaela, la parió en casa de sus abuelos, en una noche de tormenta, en un barrio eminentemente gitano: el Somorrostro, en el litoral barcelonés.
“Soy catalana de los pies a la cabeza”
“Hasta cuando me mandaba mi madre a algún recado, me iba marcando mis bailes”
“Él cogía (José Amaya: “El Chino", su padre) y yo me ponía a bailar. Me decía: no, eso no, hazlo otra vez, así, eso; está bien, o está mal, o no entras a compás. Todas las cosas las sacaba yo. Sin enseñarme ningún paso de baile, fue él el que me enseño. Lo primero que aprendí fue la zambra. Cantaba y bailaba. Luego empecé a bailar por soleares, la farruca. Y luego fue cuando mi padre me hizo poner los pantalones y bailar por alegrías. Los pantalones no perdonan: se ven todos los defectos del mundo y no tienes dónde agarrarte.”
“A épocas, me pelaban al cero y me daban petróleo para las liendres. ¡Cómo estaría, bailando con mi cabeza pelada y los ojos agachados como un burro, llenos de legañas, sin poderlos abrir por el humo del tabaco! Aunque lo que más me divertía no era eso, sino coger un trozo de cartón piedra, subirme al turón y tirarme sentada turón abajo.”
“Cuando papá y yo llegábamos a casa, nos esperaban con ansia fuese la hora que fuese. Traíamos pan recién hecho, lo refregábamos con tomate y le metíamos jamón.”
“Mi padre quería que bailará a orquesta. Fueron los días más amargos de mi vida y los berrinches más grandes. Al final fui a una academia en la calle Nueva (Nou de la rambla). El profesor se llamaba Vicente Reyes. Yo entonces estaba enamorada de una música “Los claveles”, del maestro Serrano. Me la puso, el hombre, y empezó a enseñarme los pasos. A los cinco minutos ya estaba desesperada. Así que le dije:
- mire usted maestrito, no le importaría en vez de hacerlo así, lo hiciéramos así.
Me echo. Esa es la única experiencia que he tenido con un maestro”.
“Cuando no estaba la policía, me dejaban bailar en el Villa Rosa, figúrate era una niña. Todo el mundo me daba dinero en cantidad. Llego un momento en que Miguel Borrull, que era el dueño del Café, como vio que me llevaba todo el dinero de las juergas, nos gritaba al vernos llegar: “Vete, vete, Chino, que esta la policía.” Era mentira. Pero nos teníamos que ir después de haber estado esperando, muchas noches con todo el frio del mundo.”
“Mi verdadero triunfo fue al llegar a Madrid, en una homenaje a la bailaora gitana: Custodia Romero. Y le dijeron a Custodia: “traemos una gitanilla para que baile. Ella contesto: que bien, ponla donde quieras, no importa.” Y entonces, figúrate que salgo a bailar mi fandanguillo, y todo el mundo de pie. Me hacen repetir por solea, por alegrías. Qué no armaría, que salió la homenajeada a verme, enfadadísima gritaba: “Me habías podido avisar que esa niña bailaba así”, ella tenía que bailar detrás de mí, con la que había formado”
La reconquista de América.
Estalla la guerra civil y Carmen con su troupe, cogen los bártulos y para América, el puerto de salida fue Lisboa. Empieza en Buenos Aires y no quedará ninguna plaza de primera de todo el continente donde no se lleve las dos orejas y el rabo, con sus vueltas al ruego correspondientes. Arrasa y aporta un aire moderno-urbano y racial, a un nuevo orden artístico el Latino, que entonces se estaba definiendo.
No se le resiste nada, por todos los países latinos que pasó, adoptó los temas que le gustaban en clave de rumba u otro filtro flamenco, como ha dejado testimonios grabados. No se atrevió con la música sajona, porque nunca quiso aprender inglés, aprendió a firmar en Cuba, sólo para poder entrar a U.S.A., la vida se lo enseñó todo. Fue la promotora de hacer los fines de fiesta de un espectáculo flamenco, por Rumba, lo que se puso de moda en la mayoría de actuaciones de la época.
Sólo le faltaba Estados Unidos. Reclamada por el empresario Samuel Hurok, desembarca en Ellis Island, puerta de entrada a Nueva York, Carmen y su séquito de 25 personas, en 1941. No saben leer ni escribir, ni por supuesto una palabra de inglés, pero se ríen de la luna, como es su costumbre: tienen contratos, y mucho dinero, y más tendrán tras su estancia de un mes en el Cabaret Beach Comber, de Broadway, y esas tres actuaciones en televisión por las que van a pagarles 15.000 dólares.
Lo demás debería ser Historia de nuestra cultura: nace la primera estrella internacional del show business Latino -hoy en manos de Miami-: CARMEN AMAYA, deberíamos retomarlo.
Video/ audio: Adaptación de un Porro colombiano, un clásico de la costa caribeña, procesado por el sistema operativo Amaya, Carmen canta y baila. “El Chino” decía que cantaba mejor que bailaba.
Los Cachorros de St Rok , S.XXI
Bisnietos del éxodo del Somorrostro, en Badalona, en particular en St. Roc y en unas familias concretas, se esconde uno de los secretos mejor guardados, la semilla de una Barcelona flamenca, ese mismo fuego ancestral del que Carmen Amaya lo aprendió todo.
Ya tendremos tiempo de entrar en detalles, son jóvenes y llenos de naturalidad, con todos ustedes Flamenco del S.XXI, los Cachorros de St RoK:
“El Chino”, al baile
Ricardo Manzano y “El Cachorro”, al cante
Juan Manzano, al toque
“El Ye”, al baile
Juan, percusionista