“Indicios lingüísticos que apuntan, pienso que muy claramente, a un papel fundamental de la cultura y la lengua catalana en la formación del baile flamenco en la Nación Catalana y en Andalucía”.
Sevilla, Cádiz y los Puertos, el epicentro de muchas cosas, cuenta con una tremenda influencia catalana en el génesis Flamenco. Un triángulo geográfico que alumbró los inicios del nacionalismo colonialista, cuyo personaje más destacado fue el “senyorito”, aquí, en América o en África, siempre que el terreno esté bien abonado por el caos. No debemos olvidar tampoco la etimología catalana del término, ¿demuestra?, según destacados estudiosos, otra visión muy diferente de lo jondo. Quizás todo ello, poco ha cambiado, cuando vemos a Puigdemont, siempre a la verita dels Flamencs.
En cambio: Flamenco, hoy y lo fue siempre, en términos cabales (otro término flamenc), es una actitud ante la vida, ser echado “pa´lante”, orgulloso… pero con unos ciertos principios morales y con un remiendo en los calzones. Una actitud arrogante, donde el respeto siempre intentó equilibrarlos, que no imitó nunca la de los que cedieron el nombre, que manipularon, robaron, mataron, violaron, saquearon, comerciando si era menester con personas, sólo por poder.
¡Nunca he conocido un Flamenco de esas guisas! .
“Estoy convencido de que la historia entera del baile flamenco en España está por hacer por falta, como digo, la parte catalana. Así pues, creo firmemente que también hay una vertiente catalana del género flamenco totalmente descuidada por los investigadores.”
“Flamenco(o) “es catalán: estudios, reflexiones y deducciones”
“Francesc Magrinyà ha confeccionado un pequeño estudio, una primera aproximación, sobre el origen del término flamenco y concluye que viene de una palabra únicamente catalana u occitana, como todas las que acaban en -enco. La lengua castellana adoptó en forma de préstamo la palabra «flamenco» y otros términos que acaban en nuestro «–enco» y las adaptó a su fonética. El «baile flamenco» debe tener un origen catalán”.
Y se queda tan ancho.
El estudio firmado por un profesor de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Barcelona y pagado con dinero de la Generalitat, nos remonta a la época, musicalmente, del Pre-flamenco. Una época en que el nacional colonialismo delimitó el mundo en West & East Indies, donde aparece un nuevo personaje, en estos lares, conocido como “senyorito”. En él confluyen, como en la zona del “triángulo flamenco”, varias nacionalidades que hoy comprenden Reino Unido, Países Bajos, como protagonistas. Francos o germánicos, socios prioritarios. Y como el que no quiere la cosa, la elite nacional catalana. Entre todos se reparten la “miseria” de la península ibérica, América, África y lo que conocen como las Indias del Este, y no les llega para vivir tranquilos.
¡No será suyo el flamenco!
El ilustrado, Francesc Magrinyà, llega a esta conclusión a través de una alianza del arte jondo con Cristóbal Colón.
"Sería en 1998 cuando empecé a interesarme de verdad para las teorías en torno a la catalanidad de Cristóbal Colón. En ese año había aparecido el libro Brevísima relación de la destrucción de la Historia de Jordi Bilbeny. Me impactó. Y recuerdo que a continuación lo relacioné con el libro del ibicenco Nito Verdera titulado Colón ibicenco, que yo había visto publicado unos años antes. En Colón ibicenco, el investigador pitiuso defendía la catalanidad lingüística del descubridor europeo de América y le hacía nativo de la isla de Ibiza. En verdad lo hacía, pues, ibicenco en castellano, un adjetivo que es una adaptación clara e indudable de nuestro ibicenc"
.
De ibicenc, ibicenco
De flamenc, flamenco
De Flandes, Carlos I
flamenc pa toita la vida.
Y de Francia, los borbones
“Los catalanes de principios del XVI debieron de tener la necesidad de utilizar mucho el término «flamenc» como gentilicio. Seguro que se vieron forzados a hacerlo para designar a la gente que venía de Flandes. ¿Pero de dónde vendrá el adjetivo «flamenc»?. ¿Verdad que hay un partido ultraderechista de Flandes llamado Vlaam...? Seguro que la raíz Vlaam- indica o indicaba el nombre del país o parte del país. Me parece que no me equivoco en absoluto si digo que en neerlandés, la "v" baja inicial se pronuncia como una efe, así como ocurre en alemán, con el que el neerlandés está muy emparentado lingüísticamente. Y acontece lo mismo en neerlandés, el idioma de la corte donde se crió el futuro emperador Carlos.
Y es evidente que el gentilicio «flamenco» pasó al castellano como préstamo y que, por tanto, es muy verosímil pensar que Carlos I y los suyos hicieran primero recalada en la Comunidad Valenciana y en Cataluña antes de ir hacia Castilla. Si no hubiera sido de esta manera, es decir, que el emperador Carlos hubiera entrado en la Península por el Reino de Castilla, los documentos en lengua castellana habrían designado al monarca y emperador con el gentilicio flamés, flameño o flamense —y no flamenco—, las cuales denominaciones los escribanos castellanos habrían registrado en los documentos y los escribanos catalanes las habrían esparcido por la Nació Catalana adaptándolas a la manera en que se construyen en catalán los finales fonéticos de palabra, como ocurre con «madrileño», por ejemplo. Pero no es el caso. En ningún documento en castellano consta ningún flamés, flamense o flameño.”
Según el estudio, el término “flamenco”, para designar a las personas de Flandes, sería una adaptación catalana del neerlandés “Vlaam-”, nacida seguramente con la llegada del rey Carlos I para expoliar los reinos peninsulares.
Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánic, rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, duque de Borgoña, soberano de los Países Bajos y archiduque de Austria, y siempre por el bien de los aborígenes peninsulares.
Volviendo al caso:
“Así pues, creo firmemente que también hay una vertiente catalana del género flamenco totalmente descuidada por los investigadores.”
“O si no, ¿de dónde sale la palabra toná, palabra que es de procedencia claramente catalana al venir de «tonada»?"
Defesem nostre cultura
que del poble s ha heredat
Si els senyors s han proposat
I a dornarli sepultura
Si els senyors s han proposat
I a dornarli sepultura
la cultura cor perill
I entre tots l hem de salvar
El testimoni deixant
Els nets i els nostres fills
I els nets i els nostres fills
Que nos l haruan d importa
I d una altre vorera
I no la podrem cantar
i Perque ho será forastera
I No la podrem cantar
I Perque ho será forastera
Canco mallorquina de sa pagesia: la letra lo dice todo.
Comentario sobre el video desde Mallorca, otra sorpresa, por allí pasó lo mismo:
“No merci se diu gracies”
"Evidentemente una foto vale más que mil palabras, no se parecen a los payeses catalanes en nada , ni en folclore, ni traje regional , en idioma.
Por lo que podemos decir muy alto: Somos Baleares y no Catalanes. Y todo lo demás, sólo forma parte de oscuros intereses y una manifiesta incultura de la clase política.
El catalán, no se habló en Cataluña hasta finales del siglo XIX ya que lo que se hablaba como vulgar era el lemosín francés. Y en Mallorca teníamos la Universidad Luliana que era la más antigua de España, y Diccionarios y Gramáticas del Mallorquín, mucho antes que la primera gramática catalana del químico Pompeu Fabra."
Retornando al estudio:
“Y, para mí, también la palabra cante. Pienso que “cante” sería la primera persona del presente de indicativo valenciano del verbo “cantar” que se usaba en un primer momento para avisar de que algún valenciano o alguien de procedencia valenciana se disponía a cantar diciendo “[yo] cante”.
“Y saeta, ¿de dónde puede venir sino de nuestra palabra «sageta»?”
“En cuanto a mí, en este artículo sólo he querido aportar indicios lingüísticos que apuntan, creo que muy claramente, hacia un papel fundamental de la cultura y lengua catalanas en la formación del baile flamenco ya sea en la Nación Catalana como en Andalucía.”
Lo siguiente tampoco tiene desperdicio:
“Desde otro orden de cosas, no me pasa por alto el hecho de que en América no hay, que yo sepa, ninguna danza exportada de la Península Ibérica que se le parezca. La explicación sería que los gitanos, ahuyentados continuamente de todas partes, no debían de tener permiso de pasar a las Indias, como tampoco lo debían de tener los moriscos. He aquí porque no hay escombros de baile flamenco en la América de los siglos XVI-XVII-XVIII y XIX. Estoy convencido de que la historia entera del baile flamenco en España está por hacer por falta, como digo, la parte catalana. “
En América, norte y sur, casi todas las músicas modernas tienen un cierto acento español, sin duda.
Los gitanos viajaron en los primeros viajes a América, de la era de las Indias. Tampoco se debe obviar que uno de los castigos en la época era el de galeras, así llegaron muchos más. Sólo hace falta fijarse en la forma de vestir y actitud de gran parte de la comunidad latina, más gitana no pudo ser, ¿de dónde sale Pedro Navaja?
Los moriscos llegaron quizás antes que los gitanos y que els flamencs.
En la parte catalana debería incluir como mínimo a Carmen Amaya, que con eso ya lo justificaba todo, pero no es la única, ni será la última.
Enlace al estudio del Sr. Magrinyà
Sin duda la música no va ligada a la historia. Nacen los “senyoritos”
Sevilla, Cádiz y los puertos: el mejor ecosistema para que se engendré cualquier cosa.
“Cuando en Sevilla se hablaba catalán”
La historia la escriben los que ganan, La leyenda Negra.
Marc Pons, autor de un estudio sobre la Sevilla desde la llegada católica, donde nos define perfectamente el perfil y orígenes del “senyorito”. Este caso no es específico, a una ciudad, se puede extrapolar a cualquier urbe del triángulo comprendido entre Vigo, Gibraltar y Barcelona.
“Sevilla, 23 de noviembre de 1248. Las tropas castellanoleonesas del rey Fernando III entraban en la ciudad después de un largo asedio de quince meses.
La Isbiliya andalusí iniciaba una nueva etapa de su historia. Pasaba a dominio cristiano y durante los siglos inmediatamente posteriores (XIV y XV) conocería una explosión económica y demográfica que la convertiría en el gran centro comercial del valle del Guadalquivir y en una escala obligada del tráfico marítimo entre el Mediterráneo y el Atlántico. En el proceso de construcción de aquella Sevilla mercantil, los mercaderes extranjeros tuvieron un papel protagonista: genoveses, venecianos, portugueses, franceses, neerlandeses e ingleses. Y catalanes, valencianos, mallorquines, sicilianos y napolitanos, llamados y documentados genérica y exclusivamente "catalanes", incluso cuando procedían de Aragón.
Los primeros catalanes en Sevilla
La presencia comercial catalana en el puerto de Sevilla está documentada desde mediados de la centuria de 1300. En las décadas centrales del siglo XIV Catalunya era la primera potencia económica del Mediterráneo, en competencia con las repúblicas mercantiles de Génova y de Venecia. Son las Galeras de Catalunya, comandadas por el almirante Jofré Gilabert de Cruïlles, la primera fuerza naval europea que libera el estrecho de Gibraltar de la piratería bereber (1339). Y son los mercaderes barceloneses de la época los que, a partir de este hecho, abren las primeras rutas navales estables entre el Mediterráneo y el Atlántico norte. La potente clase mercantil barcelonesa sería pionera en la transformación de Sevilla en escala obligada entre Barcelona y València, Amberes y Londres.
Los catalanes, Colón y Sevilla
Pero sería durante el siglo XV y, sobre todo, durante los viajes colombinos (1492-1502), que se produciría un fenomenal desembarque y establecimiento de comerciantes catalanes y valencianos en el puerto de Sevilla. Contra lo que ha predicado la historiografía nacionalista española, no es cierto que el comercio catalán del XV fuera una triste sombra de lo que había sido el siglo anterior; ni tampoco lo es que los comerciantes catalanes se establecieron en Sevilla a la sombra de la Casa de Contratación, la institución creada por la monarquía hispánica que pretendía monopolizar el comercio con el Nuevo Mundo. Las fuentes documentales revelan que a inicios del siglo XVI, antes de la creación de la Casa de Contratación (1504), la colonia comercial catalana de Sevilla tenía una fuerza y una influencia muy superior a la del resto de comunidades extranjeras que operaban en aquel puerto.
Los catalanes, extranjeros en Sevilla
Las fuentes de la época engloban a los catalanes en la categoría de "extranjeros". Por ejemplo, las mismas fuentes revelan que, a inicios del siglo XVI —coincidiendo con el cuarto y último viaje colombino—, en Sevilla había 310 familias de comerciantes catalanes —la gran mayoría originarios de Barcelona; y en menor medida de Perpinyà, de València, de Alacant y de Palma—. Si hacemos un cálculo de la masa demográfica que podía representar este colectivo (y considerando que eran familias extensas formadas por personas de varias generaciones, por los empleados y criados de aquellas compañías mercantiles familiares y por los esclavos domésticos), podemos dar por bueno que sumaban un colectivo entre 2.000 y 3.000 personas."
Las estirpes de comerciantes catalanes en Sevilla
Esta cifra representaría un 5% de la población total de Sevilla (60.000 habitantes a principios del siglo XVI). Y eso, demográficamente, sería un porcentaje casi insignificante. Pero, en cambio, su fuerza económica y su influencia política superaban con creces este porcentaje. Las fuentes, de nuevo, ponen de relieve el protagonismo, por ejemplo, de las estirpes Ferrer, Planes, Desclergue, Forcadell, Fonoll, Ràfols, Pedralbes, Tries, Círia, Jorba, Morell, Torregrossa, Aymerich, Cereroles, Ros, Font, Miquel, Jové, Robert, Codina, Vendrell o Sadurní en la vida económica y política de Sevilla. Estirpes fundadoras y propietarias de compañías mercantiles familiares pioneras en el comercio internacional; que, a principios del siglo XVI, ya ostentaban cargos municipales. Por ejemplo, los Cereroles en Sevilla, o los Ràfols en Cádiz.
El barrio catalán de Sevilla
Los investigadores de la época ponen mucho énfasis en el fenómeno que llaman "vecindad". Afirman que los comerciantes catalanes, como cualquier otro colectivo extranjero de la ciudad, se concentraban en un mismo barrio. Los investigadores sitúan la comunidad catalana de Sevilla en torno al convento de San Pablo, sobre una manzana de casas de trazado medieval perfectamente delimitada. Los mismos investigadores ponen de relieve que la documentación generada por aquellos catalanes (contratos de flete, libros de cuentas, letras de cambio, dietarios personales) está redactada exclusivamente en catalán (con algunas anotaciones esclarecedoras en latín). Y eso los lleva a la conclusión de que aquella comunidad fue catalanohablante durante generaciones. Muy probablemente durante dos siglos: desde la mitad de la centuria de 1300 hasta las décadas centrales de la centuria de 1500.
¿Por qué el catalán se mantuvo durante dos siglos?
El porqué aquella comunidad se mantuvo culturalmente inalterable durante dos siglos nos lo aporta la misma investigación. Son los investigadores, de nuevo, los que destacan la cultura endogámica de aquellos catalanes de Sevilla. Cómo pasaría más tarde en el barrio catalán de Montserrat en Buenos Aires (1750-1820), los comerciantes catalanes de la capital del Guadalquivir priorizaron los matrimonios entre miembros de la comunidad o con jóvenes y jóvenes de sus socios comerciales, por ejemplo, de Barcelona, de València o de Cagliari. Cuando menos, hasta que —después de los cuatro viajes colombinos (1492-1502) — la monarquía hispánica impone el monopolio de la Casa de Contratación (1504). El propósito de aquella endogamia era clarísimo: estrechar las relaciones comerciales o, incluso, crear nuevas alianzas mercantiles entre las compañías familiares de aquel colectivo.
El monopolio castellano y la desaparición del catalán
La creación de la Casa de Contratación no tan sólo pondría fin al libre comercio catalán con América, sino que representaría el principio del fin de la comunidad catalana de Sevilla. A partir de la imposición de aquel monopolio (en manos del aparato político y clientelar de la monarquía hispánica), los catalanes de Sevilla optaron, en algunos casos, por abandonar la ciudad y desviar su actividad hacia el contrabando; y en otros, por redirigir su política matrimonial hacia al colectivo funcionarial castellano que se había apoderado del gran negocio americano. La progresiva castellanización del colectivo catalán en Sevilla (o de lo que quedaba) está fechada a partir de 1520. Un catalán probablemente con una fuerte influencia fonética del castellano de la baja Andalucía, que, si se hubiera conservado, en la actualidad resultaría de un singular exotismo y sería un patrimonio cultural extraordinario”.
Enlace articulo Sr.Pons: "Quan a Sevilla es parlava català"
https://www.elnacional.cat/ca/cultura/marc-pons-sevilla-parlava-catala_625937_102.html
Carlos I, como no seríamos flamencos si el rey lo era.
Este estudio nos hace ver que a partir de 1520, lo catalán de Sevilla desaparece, cosa del todo falsa. A partir de ese momento el Rey sería flamenc y no tendría nada de flamenco. Siguiente estación toda América y grandes partes de África. Ciertamente, hay que revisar la historia.
“En cuanto a mí, en este artículo sólo he querido aportar indicios lingüísticos que apuntan, creo que muy claramente, hacia un papel fundamental de la cultura y lengua catalanas en la formación del baile flamenco ya sea en la Nación Catalana como en Andalucía”
Los Coros de Anselmo Clavé
Con el siglo XIX aparece uno de los primeros estilos musicales urbanos. El flamenco nace como un grito de libertad a los cánones establecidos que para nada miraban por la gente. Como el hip hop en los noventa, es un golpe en los morros al represor, en ambos casos: "els flamencs".
Los mismos que cuando se coscaron que los trabajadores pasaban más rato en las tabernas que descansando, les sugirieron como actividad extralaboral ir a cantar a los Coros flamencs, pero ellos querían Flamenco.
Versión original de unos hits de los coros del Clavé. "El noi de la mare", plagio de una melodía gallega. A la guitarra el maestro: Sabicas.