Lo exótico, para la intelectualidad europea del siglo XIX, se convierte en una de sus premisas, lo que hizo que numerosos viajeros descubrieran al mundo a los gitanos y gitanas. Con ellos nació el Flamenco, una marca comercial llena de connotaciones que nada tienen que ver con lo que es, una música en constante evolución según los mercados.
Su visión los asociaba con una forma de vida primitiva, nómada y libre muy acorde al gusto por lo oriental de esta corriente de pensamiento, conectándolos como en un cuento con un pasado andalusí, parado en el tiempo cinco siglos. La carta escondida de esos románticos siempre fue de la mano de la construcción de una ficción estereotipada e inferiorizada donde el senyorito podía mirarse construyendo su supremacía y su convencionalidad.
El mismo imaginario romántico llevó a identificar los rasgos de la identidad gitana con la cultura española y en particular, la andaluza. La inmensa mayoría de la península ibérica representaba la periferia colonizada que se presentaba como una realidad primitiva y exótica frente a la Europa industrializante.
Un pretendido subdesarrollo cultural que sirve para justificar la colonización económica que padece esta tierra, expoliada en sus materias primas y explotada para el turismo insostenible.
Lastre, que lamentablemente no se ha superado a día de hoy que se celebra el nombramiento del flamenco: “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”.
Vivir un cuento de hadas, darnos la mano
Tú me llevaste a la Alhambra, hace mil años
Negar la aportación del legado andalusí, a parte de nuestro día a día, sería absurdo, lo que no quiere decir que su influencia fuese el detonante de la aparición de un nuevo estilo musical en el S. XIX: el flamenco. Sí se tratase de un género surgido al norte de los pirineos nadie dudaría en llamarla la primera música pop, nacida con el esplendor del capitalismo colonial, mucho antes de que en el hipotético mundo desarrollado, se lo pudiesen plantear. Por lo tanto se hace evidente quien influenció a quién y con qué fines.
África empieza en los Pirineos.
Esta es, quizás, una gran declaración de intenciones si incumbe a la riqueza cultural africana y su aportación al surgimiento del rico abanico musical peninsular. Pero la expresión, con tono despectivo, surgió en algún momento de la Francia Napoleónica, con ella empiezan a asomar los primeros brotes flamencos. ¡Y se metieron hasta Cádiz, con todo el apoyo noreste peninsular, en su afán de dominar África! El corredor del mediterrani una vieja formula.
“No lo permitáis
que los franceses que están en La Isla
se metan en Cádiz”
Siguiriyas de los Puertos.
En Europa surge, en las elites artísticas, un extraño interés por lo oriental, lo exótico, lo popular, la exaltación a los sentimientos. La nostalgia del pasado, la rebeldía ante las reglas del arte, el culto del yo y del individualismo, la valoración de la originalidad o la sublimidad, serán algunas de sus premisas, surge el romanticismo.
Aquí se daban todas esas características y más. Si las analizamos son todas netamente flamencas.
Andalucía el paraíso de los Románticos.
La Andalucía geográfica que conocemos no se corresponde con la de Al Ándalus, que ocupó cuatro veces más en el territorio peninsular.
Andalucía nace como nuevo concepto nacional, gran parte de su intelectualidad cae en la trampa, y se inventan un imaginario más propio de un sueño encantado en la Alhambra.
Con el Romanticismo llegan todos esos forasteros de viaje por el sur en busca de inspiración. Se encontraron un decorado vacío, un pasado oriental por descubrir y se lo inventaron para ellos. Con el nace el nacionalismo andaluz como herederos de esa Al-Ándalus, en pausa durante más de cinco siglos.
Desde sus inicios, como tal, los guiños de artistas flamencos hacia el mundo árabe no han pretendido una búsqueda de sus fuentes originarias, sino ampliar la gama musical del género, siempre ávido de incorporar a su soniquete nuevas sonoridades con el fin de ampliar la oferta musical del momento. El flamenco, cómo música, es un arte bicentenario que necesita sangre nueva con la que seguir viviendo y no caer en la momificación.
A `pesar de la extensa opinión, aunque superficial, de que “cante, toque y baile”, son herencia de Al-Andalus, parece que la influencia morisca en el flamenco es más bien escasa y difícil de concretar, si es que queremos evitar la coletilla: “dejaron su huella musulmanes, judíos y cristianos”, algo tan inconsistente como que las tres culturas vivieron en paz y armonía.
“Ni la revelación del flamenco ni su apogeo se deben a influencias árabes, ni indias, ni checoslovacas”
Tomás Borrás en ‘Arte y artistas flamencos’
Si consideramos, aisladamente, a Andalucía, como el crisol de lo flamenco y su puesta en escena el S.XIX, el legado musical árabe sufría el mismo deterioro que el legado material, había pasado al olvido. La Alhambra y la mayoría del patrimonio mudéjar, estaba en total abandono, en la música ya lo árabe se había convertido en orientalismo.
Marketing Gitano: los turistas llegan con sus cámaras de fotos y los internacionalizan, las ventas se disparan.
Tú me llevaste a la Alhambra, hace mil años
Los dos fuimos por un sueño, sueño encantao
Las ensoñaciones morunas distorsionan la visión que los extranjeros tienen de nosotros, sobre todo, de Andalucía. Como buenos hombres de tratos, de ello se dieron cuenta rápido dos gitanos granadinos, dos fenómenos del marketing y la puesta en escena.
“Chorrojumo” y “El Cujón”, los dos abandonan la fragua para buscarse la vida con los guiris, S.XIX, sus fotografías recorrieron toda Europa.
Chorrojumo fue seleccionado por el pintor Mariano Fortuny como modelo. Vestía las ropas que utilizaban los gitanos, para el mundo era un personaje del antiguo Al-Andalus. Le vio color al asunto, desde entonces paso a buscarse la vida contando historias de la Alhambra y dejándose retratar ataviado con sus vistosas ropas a cambio de suculentas propinas, más si llevaban cámaras de fotos. Creó escuela, le salieron competidores por todas partes.
Más información de Chorrojumo:
https://www.flamencobarcelona.org/pintor-fortuny-chorrojumo-y-carmencita
“El Cujón” tocaba la guitarra y cantaba. Hacia 1840 organiza la primera fiesta de gitanos y le llamó: Zambra, en la plaza del Humilladero. Por allí pasaron, entre otros muchos, Washington Irving, Hans Christian Andersen o la reina Isabel II. También le salieron seguidores, los hermanos Amaya se dieron cuenta del potencial turístico de la idea de “El Cujón” y montaron su zambra en 1881 en el incomparable marco de una cueva del Sacromonte frente a la Alhambra.
Zambra: quien mejor que los gitanos para recrear “Las mil y una noches” las escribieron en Persia y en Granada las adaptaron a la demanda de las elites europeas. El aliño lo puso la rica diversidad musical de cada rincón peninsular que se instaló por toda Andalucía, ocupando los restos que los europeos no quisieron. Fijándose en la nomenclatura de las partes de una zambra podemos apreciar que no tienen nada de árabes, me suenan muy gallegas. Por otro lado el contenido no está inspirado en un ritual árabe, sino una boda gitana.
“El ritual que agrupa a los distintos bailes que celebran los gitanos del Sacromonte recibe asimismo el nombre de zambra, representada de continuo en sus cuevas para regocijo de la extranjería. Integra tres bailes principales: la alboreá, la cachucha y la mosca, cada uno de los cuales simbolizan un momento del ritual de la boda gitana”, Faustino Núñez.
Si nos trasladamos a lo que se considera el epicentro flamenco universal, Lebrija y préstamos atención a lo que el ilustre gitano y profesional del género argumenta en su libro “Los gitanos flamencos”, llegamos a la misma conclusión, “el cante, el toque y el baile” poco tienen de árabe.
“Como modesto músico, llevo ya muchos años trabajando y contactando con profesionales que interpretan la música andalusí, que hoy prolifera en Marruecos y que es considerada como la más cercana legataria de los últimos musulmanes que en Andalucía residieron. Sin entrar en calificaciones comparativas, es evidente que, apartando cierta brisa común orientalizante (que puede despistarnos), es bien distinta a la nuestra. No solamente en lo que concierne a melodías, estructuras, compases y tonalidades propiamente musicales, sino que igualmente la voz de los cantantes andalucies, es gutural y silabeante, y no utiliza los quiebros desgarradores y microtonales características de los gitanos. Al estar sustentadas en culturas distintas, las expresiones, tanto literales como musicales, son diferentes. Su discurrir melódico, sin sorpresivos resaltes, contrasta con el grito y la trágica profundidad de la músicas de los gitanos flamencos”.
Pedro Peña Fernández.
Como buen cuento debe tener sus protagonistas, esos que estaban bien conectados con las frecuencias europeas. Representando el perfil del andaluz y al azar: tres senyoritos ¿flamencos? , hay bastantes más. Sin ellos todo esto no hubiese sido posible.
-María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva: Duquesa de Alba y herederos.
-Aceites Carbonell
“El abuelo de todos, Antonio Carbonell, junto con su hijo Carlos dejaron un recuerdo imborrable en Córdoba”.
-Los Osborne, Domecq, Byass, todos apellidos claramente andaluces.
El patrimonio, material e inmaterial, andaluz de la Humanidad sigue en manos europeas, por extensión y en igual grado, en el resto peninsular.
2 formas musicales con aromas Andalusis.
Uno de los principales músicos del mundo islámico, el compositor, actor, cantante y laudista
Farid Al-Atrash . Del laúd del músico sirio solían sonar, en sus improvisaciones, fragmentos de melodías españolas.
Video Farid Al-Atrash:
Alguien del público le dice:
“¡Hay está, por España Farid!”,
con lo que pasa a tocar un breve trozo de soleá, seguido por Asturias de Albéniz, que engarza con la Malagueña de Lecuona.
Arabian Dance: Sabicas
En NYC, el maestro hace sonar su guitarra con los sonidos más árabes o africanos de la América del momento,En plena definición del sonido negro americano, se convierte en un claro referente del sonido del Jazz y el Black Power. Sonido navarro para el mundo.