"El guaguanco nació cuando los negros trataron de cantar flamenco"
Ramón Mongo Santamaría, nacido el 7 de abril de 1922 en uno de los barrios más africanos de los 43 distritos de La Habana, en Jesús María. Desde niño conoce los bembes de la santería y aprende los ritmos afrocubanos como su lengua materna. Debutó profesionalmente a los 20 años como bongosero en la orquesta del Edén de La Habana, colaboró con el gran Chano Pozo y su Conjunto Azul, con la segunda orquesta de Arsenio Rodríguez y con Matamoros.
Con ese tremendo bagaje y la curiosidad le impulsó a emigrar, vía México, a EE UU. Allí, en plena eclosión del afrocuban jazz, estuvo desde el principio junto a los mejores.
"En aquella época había mucho trabajo en las big bands nos contrataban aunque no supiéramos una palabra de inglés. Había multitud de orquestas en Nueva York, y en cuanto se enteraban de que eras cubano, siempre te invitaban a tocar".
“Cuando llegamos a los EUA, los negros estadounidenses no tocaban ni bongo ni conga, porque no se sentían unidos a los instrumentos y fue entonces cuando comenzó el movimiento. La América negra tenía por única música tradicional el blues, y los músicos no querían saber nada de la conga, a la que consideraban un instrumento primitivo. La infiltración comenzó con músicos como yo, Chano Pozo, Mongo, Patato, Aguabella, Cándido Camero y muchos más”
“Cuando comencé mi propio grupo de jazz latino, era 1963, y algunos decían: “Lo que estás haciendo es una locura, acabaras empeñando esas congas””.
“Después de los primeros seis meses tuvimos un gran éxito con “Watermelon Men” de Herbie Hancock. Entonces empezamos a tocar por todos lados, en todos los clubes de jazz importantes de Los Ángeles, Las Vegas, Paris”.
“A donde me gustaba ir es a África. Conozco muchos músicos africanos ―Fela, Makeba, Masekala― he conocido a músicos africanos por todos sitios. Me gustaría ir a África y llevar un buen grupo conmigo”
"Salí de mi país y nunca pensé llegar donde he llegado. He viajado por el mundo entero. He vivido momentos muy grandes y felices. No me arrepiento de haber nacido y de hacer lo que hice por lo gozado. A Dios gracias por mantenerme y a Changó por iluminarme".
Flamenco Moods, con este nombre graba en 1961, toda una declaración de intenciones, flamenco y guaguancó son primos hermanos.
“lo mismo canto un flamenco
que le bailo un
guaguancó”
“Cuando escucho a un gran tumbador como
Mongo Santamaría no oigo las congas, oigo a la vida”.
Carlos Santana
Sí Chango es para Mongo, Obatala es para Tito Puente
La primera vez que vino a Europa fue a ver a la Virgen de la Merce-d y le prometió que la visitaría cada vez que pisara el Viejo Continente:
"No importa dónde esté, siempre paso por Barcelona".
Siempre después de visitar a la Vergé de la Mercè, y a dos pasos de allí, se perdía por las calles de la ciudad antigua. Era otra Barcelona, que le sorprendía y fascinaba. Uno de los puntos de encuentro estaba en la calle Escudellers, la calle del ritmo, El Tabu era uno de sus lugares preferidos, entre flamencos y otras aves.
Según el sincretismo santero se asocia a Obatala con la Vergé de la Mercè.
Ernesto Antonio Puente nacido el 20 de abril de 1923 en El Barrio, en el Harlem Hispano, de Nueva York, en una familia boricua.
"Crecí en un lugar del este de Harlem donde el jazz y la música latina estaban muy relacionados.
Y el matrimonio del jazz con la música latina es la unión más linda que haya existido"
Sin duda es uno de los caballos de la música latina, y lo que hizo historia. Conoció el flamenco y lo admiro, son muchas sus composiciones en torno al género o a nuestras tierras, otro embajador del flamenco en el mundo.
Grabó “Flamenco Moods”, toda una declaración de intenciones.
Tito compartió aventuras musicales con otra flamenca: Celia Cruz
“oye gitano
esto es una rumba flamenca a lo Celia Cruz”
En uno de sus últimos discos incluye una canción dedicada a Lola Flores.
"Hace ya dos discos que quería tenerla. Así que esta vez les dije: "Si no me dejan, no grabo el disco".
"Me llamó Lolita para darme las gracias y contarme que ellos aprendieron a quererme por su madre".
Celia Cruz cuando visitaba Madrid iba al cementerio a visitar la tumba de la que fue amiga desde que se conocieron en Cuba:
"donde ella daba sus temporadas de teatro. Cuando vine a España, aquí nadie sabía de mí. Ella tenía un restaurante en Madrid y yo cantaba en un lugar en la carretera de La Coruña. Y ella me llevaba a la gente. Llamaba al dueño: "Luis, no pongas todavía el show porque voy". Yo le decía: "Pero, Lola, cómo tú vas a sacar a los clientes de tu restaurante", y me respondía: "España te tiene que conocer porque tú eres la Niña de los Peines cubana y quiero que todos los españoles sepan quién es Celia Cruz". ¡Qué linda! ¡Pobrecita!".
"Ya no puedo caminar por las calles sin que me saluden. En el aeropuerto, los agentes de inmigración me dicen: "Usted no necesita pasaporte". En este viaje, el señor policía me dio la bienvenida y, al doblar yo la garita, me gritó: "¡Azúcar!".
Otra sentencia, muchos antes de morir La Faraona.
"Sabor Gitano", Celia Cruz con Tito Puente